«Estamos peor que en las crisis pasadas, no vemos ninguna salida»
La agrupación de asambleas de parados de Bizkaia se concentra ante el BBVA hoy a las 12.00 horas, con el lema «No a la jubilación a los 67 años. Por el derecho a un trabajo digno. No al paro. No a la precariedad laboral». Jabi Arraiza afirma que en la crisis actual no se ve ni un rayo de luz en este largo túnel. Lo peor es que «esto no va a mejor, sino que todavía seguiremos cayendo más. Habrá más paro».
Juanjo BASTERRA |
Hoy se conmemora el «Día Mundial de la Justicia Social». Las asambleas de parados y las plataformas contra la exclusión social se concentrarán a las 12.00 ante el BBVA en Bilbo para denunciar que mientras unos pocos nadan en la abundancia económica, se esté o no en crisis económica, otros, cada vez más, se encuentran en paro, con pocas perspectivas de tener un empleo estable y menos de obtener un salario digno.
Jabi Arraiza es portavoz de la agrupación de asambleas de parados de Bizkaia y explica, acompañado por Jon Vecchio y Patxi González, la gravedad de la situación actual. «Estamos peor que en la anterior crisis», afirma con rotundidad. Están impulsando la creación de estos colectivos para «estar organizados» y creen que sería necesario, ante la gravedad del problema, ocupar la calle «un día sí, y otro también».
En Hego Euskal Herria la tasa de paro se ha duplicado hasta cerrar enero con 178.965 personas. La tasa de paro de los jóvenes alcanza al 36,4% y entre enero y setiembre de 2009 se produjeron 1.411 deshaucios por la imposibilidad de pagar los créditos de las viviendas.
¿Las asambleas de parados vuelven a tener protagonismo como en la reconversión industrial de los años ochenta y la anterior crisis de mediados de los noventa del siglo pasado?
Las asambleas de parados han continuado. Nunca han cesado su actividad. En Barakaldo, Sestao, Erandio, Leioa, entre otras poblaciones, siempre ha habido gente, porque en realidad tenemos un trabajo precario y la labor contra las horas extraordinarias desde las asambleas de parados ha sido esencial para conseguir contratos. Sí que es cierto que en estos últimos años de crecimiento económico desmesurado no ha habido que hacer movilizaciones para que nos contrataran. Nos llamaban a nosotros, sobre todo desde el sector de la Construcción debido al «boom» del ladrillo.
Usted ha estado desde el inicio de las asambleas durante la reconversión industrial, ¿estamos mejor en este momento que entonces?
Peor. En este momento vemos como la crisis se va profundizando y cebando sobre el mercado laboral. Con la reconversión industrial, se vio que había problemas pero se veía la luz al final del túnel. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho, porque antes la lucha que ejercíamos para que nos dieran un trabajo tenía sus frutos, pero ahora vemos que hay menos trabajo. También vemos que están aumentando los problemas con los ayuntamientos, porque en la anteriores crisis logramos que los parados estuvieran exentos en el pago de determinadas tasas o para entrar en los polideportivos, piscinas, etc. Ahora se vuelve a cobrar.
¿A qué se debe el cambio?
No lo sabemos. Muchos no saben ni lo que son las asambleas de parados. No sólo nos pasa en los ayuntamientos de las dos márgenes del Ibaizabal, sino que ocurre con las empresas. Vas a donde los jefes de obra, arquitectos, que igual tienen contratos precarios, pero te miran como bichos raros. La movilidad que hay de empresas y de personas hace que no se conozcan las asambleas de parados que desempeñaron y desempeñan un papel fundamental para muchas personas para reencontrarse con el trabajo o con su primer empleo.
¿También se produce tensión ante las obras como ocurría antes, hace unos años?
Sí. En prácticamente la totalidad de las asambleas de parados de Bizkaia trabajamos con unos mínimos de dignidad: que se nos aplique el convenio que esté vigente en el sector donde vamos y tenemos proscritas las horas extraordinarias, porque van precisamente contra nosotros. Hacer horas extras supone que el empresario se ahorra nuevos contratos. Con el paro que hay de nuevo no es tolerable. La tensión vuelve, porque como decía antes, cuando hay mucho empleo no ocurre. En los años noventa la paralización de obras y el enfrentamiento con la Policía era constante. Ahora ya se está produciendo una mayor tensión, porque el paro aprieta.
¿Se nota el aumento del paro en cuanto al incremento de personas que se unen a las asambleas de parados?
Cada vez se unen más. Estamos creciendo, lo que quiere decir que esto va mal. Pero todavía vemos que la gente está en estado de shock. Muchos todavía están cobrando el paro o alguna prestación, pero creo que a partir del verano esta situación se va a recrudecer. A partir del primer semestre de este año veremos cara a cara el drama del paro. Lo que sí tenemos claro en las asambleas de parados es que la caída de la actividad en la Construcción nos obligará a actuar también en otros sectores. También lo hemos hecho, pero con el «boom» del ladrillo era más fácil la contratación.
¿Qué hace la Administración pública para frenar el paro?
Nada. Mira, hay bastante obra pública en este momento, la Supersur que atraviesa Bilbo, el tren de alta velocidad, la facultad de Magisterio en Leioa, entre otras muchas obras públicas, pero en las mismas se meten horas y horas de trabajo. Se trabaja de siete de la mañana a las nueve de la noche. Sí, se consiente. Se da dinero para la explotación de los trabajadores.
¿No hacen nada?
Ni Osalan, ni la Inspección de Trabajo actúan en esa línea. Saben perfectamente que trabajar en esas condiciones es peligroso, pero no hacen nada. Tampoco los sindicatos se mueven tanto, porque en La Naval ya se hizo un plante y, en teoría se buscó una solución, pero siguen contratando a distintos precios el empleo temporal y precario.
¿Qué es lo que habría que hacer?
Otra huelga general. Por lo menos estar un día sí y otro también ocupando la calle. Que se vea que es un problema grave, que después de largos años de ganancias, el problema de la precariedad y el paro existe. También serviría para evitar el recorte de pensiones, porque vemos lo que se nos viene encima. Ninguno alcanzará los topes de cotización y muchos jóvenes conocerán la precariedad. J. BASTERRA