La estadística de muertes laborales se dispara
El fallecimiento de un trabajador en el municipio vizcaino de Berriz, arrollado por un tren cuando daba paso a un camión que provenía de una obra, eleva a doce el número de muertes laborales que hay que lamentar, y denunciar, en lo que va de año. Es más, sólo en los últimos diez días han perdido la vida cuatro trabajadores, circunstancia que de nuevo pone todos los focos sobre un problema que sigue sin afrontarse con eficacia a pesar de sus dramáticas consecuencias. Este incremento del ritmo de accidentes parece indicar que el descenso del número de muertos registrado el pasado año no fue sino un espejismo, un afortunado pico descendente en la fatídica estadística que, sin embargo, retoma ya en las primeras semanas de este 2010 el tono ascendente. Y no es de extrañar, porque si en algún factor hay que buscar la justificación de la merma de la siniestralidad en 2009 no será nunca en la mejora efectiva de la prevención laboral o de las condiciones de trabajo, sino, si acaso, en el marcado descenso de la actividad productiva motivada por la crisis.
Una vez más, no se puede pasar por alto la responsabilidad que pesa sobre las instituciones en esta insostenible situación, puesta negro sobre blanco en el accidente registrado ayer en Berriz: el trabajador fallecido pertenecía a la empresa Cobra, subcontratada a su vez por una compañía pública: Eusko Tren.