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Los golpistas toman el poder y levantan el toque de queda en Níger

Los militares que el jueves dieron un golpe de Estado en Níger han acaparado todos los poderes, suspendido la Constitución y mantienen detenido al presidente, Mamadu Tandja, y a sus ministros, sin que se sepa cuál será su futuro. La Junta Militar, sin embargo, ha tratado de tranquilizar a la población, que ha recibido la asonada con un sentimiento cercano al alivio tras la tensión de los últimos meses, levantando el toque de queda y reabriendo las fronteras.

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Los militares golpistas de Níger, que controlan la capital, Niamey, anunciaron ayer el levantamiento del toque de queda, al tiempo que dejaron entrever un retorno a la democracia, en respuesta a las condenas de la comunidad internacional. El presidente derrocado, Mamadu Tandja, y sus ministros permanecen detenidos.

Un Consejo Supremo para la Restauración de la Democracia (CSRD) tomó el jueves el poder, tras el asalto del palacio presidencial y los combates que causaron al menos tres muertos, después de varios meses de crisis política.

La Junta Militar controlaba ayer la capital, Niamey, donde reinaba la tranquilidad, tras sugerir una vuelta a la democracia, y muchos de cuyos habitantes acogieron el golpe de Estado con un sentimiento cercano al alivio después de la tensión que ha vivido el país en los últimos tiempos.

La situación en Níger está «bajo control» y «no hay disidencia», afirmó a los medios de comunicación el portavoz del CSRD, el coronel Gukoye Abdulkarim, que anunció el levantamiento del toque de queda y la reapertura de las fronteras terrestres y aéreas. Precisó, además, que los ministros detenidos serán liberados «muy pronto».

El presidente «Mamadu Tandja está retenido en su oficina (...) Está muy bien. Pudo ver a su médico, su estado de salud es bueno y normal» declaró, por otro lado, a AFP un oficial en el cuartel general de los golpistas, en el suroeste de Niamey.

Suspendida la Constitución

La Junta había anunciado el jueves por la noche su decisión de «suspender la Constitución de la sexta República», instaurada el año pasado por Tandja para poder mantenerse en el cargo una vez finalizado su segundo mandato, que expiró el pasado 22 de setiembre.

Después de diez años en el poder, Tandja, de 71 años, logró en 2009 la polémica prolongación de su mandato para al menos otros tres años en un referéndum para modificar la Carta Magna, celebrado en agosto y que ganó con un 92,5 % de los votos, un resultado que la oposición tachó de fraude. Además, se arrogó poderes excepcionales y disolvió el Parlamento y el Tribunal Constitucional del país, que se habían opuesto en varias ocasiones a su proyecto de reforma constitucional.

La actitud de Tandja provocó las críticas de la Unión Europea y de EEUU, que impusieron sanciones al país. Los gobiernos de Washington y Madrid consideran que la acción del presidente depuesto pudo provocar el golpe de Estado.

La asonada se produjo en medio del fuerte descontento político que vive el país desde el referéndum constitucional. No obstante, según Radio France International (RFI), los militares estaban particularmente disgustados con el Tandja por haber «comprado la paz» en el norte mediante la firma, en octubre, de un acuerdo que, a su juicio, era demasiado beneficioso para los rebeldes tuareg del Movimiento de Nigerinos para la Justicia (MNJ). Estos se alzaron en armas en 2007 para poner fin a la explotación del uranio por parte de las multinacionales y reclamar que el 50% de los beneficios se destinase al desarrollo de la región.

El partido del presidente derrocado reconoció la toma del poder por parte de la Junta, mientras otros dirigentes políticos esperaban que el golpe desemboque rápidamente en una democratización, tras la grave crisis política en 2009. «Esperamos que los militares sean justos, y que las condiciones para una transición transcurran de forma democrática» declaró Ali Sabo, vicepresidente del Movimiento por la Sociedad de Desarrollo, a una radio privada.

El día transcurrió tranquilo en Niamey. Algunos tanques y vehículos todoterreno equipados con ametralladoras fueron desplegados para proteger algunos lugares estratégicos como las sedes de la Presidencia y los ministerios, así como las residencias de los oficiales y del Estado Mayor del Ejército.

Condena internacional

El golpe de Estado generó, no obstante, una cascada de condenas internacionales. Desde Etiopía, el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Jean Ping, condenó la acción de los militares nigerinos. «La UA condena sistemáticamente cualquier cambio anticonstitucional y, por consiguiente, condena la toma de poder por la fuerza ocurrida en Níger», afirmó Ping, antes de exigir «el rápido retorno al orden constitucional». La organización africana anunció por la tarde la suspensión de la participación de Níger en sus actividades.

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, también condenó ayer la asonada militar y exhortó a «todos los actores implicados a comprometerse inmediatamente en un proceso democrático» para establecer un «orden constitucional» en el país. «La UE comparte la inquietud de la Unión Africana y de la Comunidad Económica de los Estados de África del Oeste (CEDEAO) sobre los acontecimientos recientes y apoya sus esfuerzos de mediación», según un comunicado de Ashton.

El Estado francés, que tiene importantes intereses en Níger, apeló a la responsabilidad de los implicados, al tiempo que realizaba un llamamiento al diálogo y reclamaba la convocatoria «en los próximos meses» de elecciones «libres y transparentes». En parecidos términos se expresó EEUU, que instó a un «retorno rápido a la democracia».

El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, también pidió a los militares que respeten «los principios constitucionales sobre la transferencia de poder».

Venezuela exhortó, por su parte, a la comunidad internacional a respaldar la «reinstalación del orden constitucional» y a abogue por «el respeto a la integridad física» de Tandja.

Sucesión de golpes de Estado sobre un subsuelo de uranio

Ex colonia francesa hasta su independencia en 1960, Níger es un ejemplo acabado, similar a muchos otros, de país africano asolado por una sucesión de asonadas militares.

Las juntas militares ocupan el poder y caen años después víctimas igualmente de su propia medicina. El propio presidente derrocado, Mamadu Tandja, cuenta con un largo historial, iniciado en 1974 con la asonada contra el primer presidente constitucional del país, Salu Djibo. Repitió jugada en 1999, pero esta vez llegó a la Presidencia, tras una asonada que acabó con otro golpista, Ibrahim Bare Mainassara, quien fue acribillado por sus guardaespaldas con proyectiles para derribar helicópteros. Sus restos quedaron esparcidos en un radio de decenas de metros por la pista del aeropuerto desde el que tenía previsto salir de gira por el país.

Tandja, quien entonces fue aupado a la Presidencia como solución de compromiso de la cúpula militar, buscó diez años después perpetuarse en el poder con un cambio constitucional. Hasta que le han parado los pies.

Por debajo y por encima de la maraña de la «política» nigerina, juegan los intereses de las grandes potencias, sobre todo de la antigua metrópoli y de la emergente China, en torno al uranio.

Y es que el norte desértico del país, poblado por los tuareg, es una gran mina de este preciado mineral, del que Níger es a día de hoy el tercer productor mundial.

Las periódicas rebeliones de los «señores del desierto» con sus reivindicaciones políticas y económicas en torno a los ingresos por la cesión de la explotación del uranio han promovido la inestabilidad del país, evocando el fantasma de la complicidad francesa, concretamente de la compañía Areval. El presidente derrocado amagó en 2007 con abrir el grifo a los pujantes e insaciables intereses chinos. D. L.

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