la copa de baloncesto 2010 en el bizkaia arena
El Real Madrid supera a la Penya y al empuje de todo el graderío
A. G. I
Como era de prever, el Real Madrid pudo dar buena cuenta del DKV Joventut y se enfrentará al Caja Laboral Baskonia en la segunda semifinal de hoy a partir de las 20.30. La Penya fue un juguete en manos del conjunto merengue y sólo pudo tutearlo en el primer período. La mala actuación de su estrella Clay Tucker, condicionó por completo el juego de los de Sito Alonso.
El triunfo de los de Messina tuvo bastante más contestación fuera de la cancha que dentro de ella, y es que toda, absolutamente toda la hinchada congregada en el Bizkaia Arena, salvo la obvia parte alícuota aficionada al Real Madrid, hicieron frente común por el cuadro verdinegro. La resultante, sin tapar del todo las carencias de una Penya que aún precisa bastante tiempo para volver a los niveles que lo llevó a imponerse en la Copa de 2008, fue un ambiente impresionante y una solidaridad con los de Sito Alonso como muy pocas veces se puede llegar a vivir.
En lo que al juego en sí respecta, Marko Jaric impuso sus reales realizando la mejor actuación desde que regresara de la NBA. El base-alero serbio supo marcar la diferencia existente entre madrileños y badaloneses y tuvo, además, la precisa colaboración de Llull y Jorge Garbajosa.
La casta de Jelinek
No fue, ni de lejos, el día del líder verdinegro y capitán, Clay Tucker, superado por la exigencia del envite primero y, cuando empezó a entonarse en el tercer cuarto, las faltas personales lo hicieron desaparecer. De hecho, podría decirse que el conjunto badalonés aún lo busca.
Pero la Penya no podía irse de la Copa sin reivindicarse. Y esta reivindicación tuvo en el checo David Jelinek el nombre propio más destacado. El joven jugador decidió, cuando el Real Madrid llevaba ya una ventaja de 16 puntos, que de caer derrotado, hay que hacerlo con las botas puestas. De su mano, y de otros jóvenes como Pere Tomás o Josep Franch, amén de veteranos como Bogdanovic, la presión defensiva comenzó a atosigar a los de Messina y la diferencia llegó a caer hasta los siete puntos. El graderío, casi unánime, gritaba aquello de «¡sí, se puede!».
Pero no se pudo porque Jaric y Llull, las estrellas madridistas, lo impidieron.