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Jurgi Sanpedro y Nicolás Xamardo Investigadores sobre Oteiza

Y la dialéctica parió su escultura: «Par móvil 3-5»

Se han realizado numerosas referencias a Oteiza en su dimensión de artista genial y pensador singular. También se ha valorado, de modo crítico, la naturaleza contradictoria de nuestro artista universal, sin ir más allá. Sin embargo, no se ha profundizado en la dimensión dialéctica -contradictoria, por tanto- de su pensamiento y, en consecuencia, de la relación de este con su obra artística. Y cuando se ha hablado de dialéctica para referirse a su obra, se ha hecho siempre en exterioridad o bien reproduciendo, sin más, referencias del propio Oteiza.

Es por eso que, en este artículo, vamos a esbozar una línea de comprensión de su obra a partir de la teoría del conocimiento citada; habida cuenta de que toda obra de arte universal es la puesta en forma de un concepto, de un pensamiento. Y que, por consiguiente, para ser interpretada, para ser comprendida en interioridad, es necesario desvelar la esencia del mismo. El artista nos da la llave, pero no nos desvela el misterio.

Y es que, para nosotros, Oteiza es el político, el pensador, el artista, que lleva la dialéctica hasta sus últimas consecuencias. La aplicación de ese método de conocimiento y trabajo es ya claramente visible en su famoso manifiesto («Carta a los artistas de América», 1944), donde la dialéctica soporta y atraviesa de principio a fin este texto fundacional.

Veamos, a modo de ejemplo, una referencia a dos grandes de la dialéctica: «Quizá pretendo lo mismo aunque me expreso distinto del que se encuentra (Hegel, Mallarmé) como destino en el lenguaje». («Escribir para incomunicarme», en «Cartas al Príncipe»).

En este artículo vamos a tratar de ver e interpretar ese pensamiento en acto, en la que consideramos la obra cumbre de la escultura contemporánea: el famoso «Par móvil 3-5».

Oteiza realiza un balance del arte contemporáneo para saber qué está hecho y, en consecuencia, qué se exige a sí mismo. Veamos las citas y comentarios del maestro: «En el campo experimental, tenemos como precursores a Kandinsky, Mondrian y Malevitch, fundamentalmente». De Kandinsky, dice que es «una solución de continuidad con el Cubismo» y que «el concepto espacial en Mondrian es idea acabada del plano y tampoco podemos servirnos de él». Oteiza, tiene claro que lo que falta en ambos -de ahí su límite-, es el movimiento, la dialéctica. Por eso sostiene que «(...) El vacío Malevitch puso al cubismo en el pasado».

Y, en consecuencia, afirma que «Malevitch significa el único fundamento vivo de las nuevas realidades espaciales. En el vacío del plano nos ha dejado una pequeña superficie, cuya naturaleza formal liviana, dinámica, inestable, flotante, es preciso entender en todo su alcance. Yo la describo como Unidad Malevitch. Si el pintor creyó producirla con su intuición, es ya hora de razonarla». De la obra más conocida de este artista afirma: «(...) 1918. «Cuadrado blanco sobre blanco», reiteración metafísica del vacío» (Catálogo de la bienal de Brasil, 1957).

La dialéctica materializada en la obra de Malevitch no se le escapa a Oteiza: «(...) pues yo llego de Malevitch directamente, y de mí, de mi propia conciencia metafísica, que me cambia de una fisiología del hombre a una fisiología del espacio, de la curación del cuerpo a la curación de la muerte. Y aquí, del `Cuadrado negro sobre blanco' al `Cuadrado blanco sobre blanco', a la metafísica de la Estatua y curación del vacío». (Catálogo de la bienal de Brasil, 1957).

A. Badiou, en una obra reciente, desarrolla esta idea, señalando que el referido cuadro es el colmo de la depuración en pintura (elimina el color, la forma y mantiene solamente una alusión geométrica), que soporta una diferencia mínima, la diferencia abstracta de fondo y forma, y sobre todo la diferencia nula del blanco con el blanco, la diferencia de lo mismo, que se puede llamar diferencia evanescente.

Sabemos que Oteiza conoce bien la dialéctica de Hegel (el movimiento del conocimiento a partir de la división ser/nada). Dialéctica que Mallarmé materializará en el proceso de escritura a partir de la escisión signo/página en blanco y Malevitch lo hará en la pintura, desde la diferencia mínima de blanco sobre fondo blanco. He aquí las bases para comprender el papel que el vacío (nada, página en blanco, fondo blanco, conjunto vacío, etc.) juega en el universo oteiziano.

Visto lo visto, el reto para el maestro oriotarra iba a ser lo más difícil todavía: plasmar en una escultura, y además abstracta, lo que parecía imposible representar, figurar, imaginar, simbolizar: la dialéctica. Por lo tanto, el reto al que se enfrentaba era crear una escultura que fuese abstracta, -geométrico-topológica- y que reuniese los principios de la dialéctica: división, movimiento imprevisible (disimetría, contradicciones, proceso, etc.). Y nuestro escultor materializa (Ezina, ekinez egina) la metáfora del pensamiento hegemónico en nuestros días: el «Par móvil 3-5». Nadie había sido capaz de ir tan lejos.

Por ello, no debería sorprendernos que, una vez llegado a este momento, para no engañarse a sí mismo ni defraudar a los demás, no caer en el servicio de bienes, repetir y vender y hacerse rico (como algún otro, de todos conocido), renunciase a la experimentación en escultura y se dedicase a la poesía, al pensamiento, a la reflexión... a la interpelación de conciencias nacionales dormidas, con total y absoluta dedicación a Euskal Herria hasta su muerte.

Veamos ahora lo que el propio Oteiza dice sobre el «Par móvil»:

«Y aunque no pareciera conclusiva mi desocupación de la esfera, habría que volver no a la esfera, sino a un análisis de mi Par móvil que es la conclusión móvil de mi experimento con la esfera. Hay dos resultados en mi desocupación de la esfera: una solución cerrada y vacía... La otra solución tiene dos versiones o variantes, es el Par móvil con sus dos montajes distintos y sus correspondientes trayectorias: llamo Par móvil 4-4 a aquél en que los dos medios discos, opuestos en ángulo recto, han sido soldados en el centro (consideramos que el corte recto en diámetro del disco lo tenemos dividido en ocho partes). Llamo al otro Par móvil 3-5, porque el lugar del punto de soldadura es dinámico y en sección áurea, y es el que materialicé en plancha de acero para incluirlo en la familia. Tres de las 10 que (totalizaban 28 esculturas) constituyeron mi envío experimental a Brasil. Es la que se reproduce aquí (p. 31. Fot 0), bien se observa el descentramiento en fi -número irracional, número de oro, dedicado al escultor Fidias- elegido para el punto de soldadura (vvv.vvvvv) y bien podemos figurarnos sin más explicaciones que la exploración abierta de su trayectoria es semejante a la de un huevo que rueda libremente sobre una mesa, con su aceleración intermitente, su balanceo irregular, corresponde a la apertura dinámica, irreversible, de la esfera, frente a la trayectoria regular, linealmente uniforme, cerrada del Par móvil 4-4 (vvvv.vvvv) que nunca podrá escapar del mundo interior de la esfera». (Epílogo de Oteiza, en «Estética del huevo (huevo y laberinto)»).

En la segunda solución, que es la que nos interesa, Oteiza divide, dialectiza la dialéctica misma, dándonos las dos posibles matrices de ésta: por una lado, la dialéctica estructural, idealista, de lógica repetitiva/reiterativa, cuantitativa, simétrica, previsible, no antagónica y circular, representada en el «Par móvil 4-4». Por otro, la dialéctica fuerte, materialista, antagónica, disimétrica, cualitativa y de trayectoria imprevisible, materializada en el «Par móvil 3-5».

Si Hegel estableció el movimiento dialéctico en el origen de la Filosofía, Marx hizo lo propio en la Política, Mallarmé en la Poesía y Malevitch en la Pintura, Oteiza es quien creó la escultura que presenta la Dialéctica tal como es, sin vestidos, desnuda, para que el mundo la vea y la comprenda.

Así mismo, debemos señalar que fue desde la danza desde donde primero se intuyó y materializó la dimensión dialéctica -el movimiento- contenido en esta obra, asumida como icono por Kukai-Tanttaka, Oteiza Biraka y por Atxarte López de Muniain, Higikaria. Y es que la danza, metáfora del pensamiento, es rueda que se mueve por sí misma, como señalaba Nietzsche.

En fin, visto lo anterior, ¿puede sorprender a alguien que Oteiza dedicara el «Par móvil 3-5» a Txabi Etxebarrieta?

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