Reconozco que los griegos no me caen muy bien. Cualquiera que haya estado en Atenas me comprenderá. Sin embargo, soy consciente de que tendré que cambiar esta concepción, ya que los trabajadores griegos han demostrado que ante la amenaza de recortes salariales y sociales como supuesta solución ante la crisis capitalista saben movilizarse.

Durante décadas de Gobierno de la derecha de Nea Demokratia o del socialdemócrata Pasok, los griegos han padecido políticas neoliberales con el objetivo de integrar al país en la sacrosanta Unión Europea y el euro. Para ello, han hecho todos los chanchullos habidos y por haber para maquillar las cuentas, mientras la UE miraba hacia otro lado porque le interesaba tener un socio al sur de los Balcanes. Pero junto a ellos también hay una izquierda combativa, capaz de responder con una huelga general -de las de verdad, de las que paran un país de arriba a abajo, de las que bloquean la sede de la Bolsa para llamar a la movilización-, que es un ejemplo para el resto de europeos ante las agresiones que nos vienen encima. Y el pasado día 10 hicieron otra huelga general. Dos en un mes.

Evidentemente, una huelga general no surge de la nada. Por algo la izquierda griega es una de las más potentes de Europa. El Partido Comunista Griego (KKE) logró el 8% en las pasadas elecciones y la izquierda alternativa de Synapismos cerca del 5%. Sí, se llama Partido Comunista, directamente, sin aderezos. Es de esas formaciones que en la década de 1970 no cayeron en el denominado eurocomunismo de sus vecinos mediterráneos. Así están ahora los partidos comunistas italiano, español o francés. Es un partido que está en los centros de trabajo gracias a su relación directa con el sindicato PAME, uno de los principales del país y que ha liderado la huelga de ayer. Es un partido al que los seudointelectuales progresistas llamaron «ortodoxo», en un intento de descalificarlo, queriendo presentar como bueno al eurocomunismo de Carrillo, Berlinguer y Marchais. Pero ahora, Grecia es de los pocos países de Europa que tiene organizaciones capaces de hacer frente a la ofensiva neoliberal.