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Crónica | Redada contra 34 jóvenes

El dolor de unas familias en busca de amparo institucional

El sufrimiento padecido por las madres y los padres de los 34 jóvenes capturados en la macrorredada contra la juventud de noviembre se ha convertido en vitalidad. Pese a que lo que les une sea la angustia compartida, han decidido aunar sus voces e ir puerta a puerta a contar su dura experiencia. Sólo tienen una única exigencia: el amparo de las instituciones para que ninguna familia más pase lo que ellos.

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Oihana LLORENTE

Tras departir con el Ararteko, con el Ayuntamiento de Donostia, con la Dirección de Atención a las Víctimas de Violencia de Género del Ejecutivo de Lakua, con diversos sindicatos y partidos políticos e incluso con el obispo de Donostia, los allegados de los jóvenes guipuzcoanos detenidos en noviembre se sentaron ayer en la Comisión de Reglamento, Instituciones y Gobierno de las Juntas Generales.

«Conocemos a nuestros hijos y sabemos que no nos están mintiendo», aclaró antes de nada Iñaki Egaña, padre de Eihar, que relató el duro momento en que su hijo le confesaba lo padecido durante el periodo de incomunicación. Egaña alertó de que los golpes, las vejaciones, las amenazas y las presiones sicológicas se repitieron con la mayoría de los jóvenes independentistas, pero alertó de que en las comisarías de la Policía española y de la Guardia Civil existió un «enseñamiento especial» contra las catorce jóvenes detenidas, «por el mero hecho de ser mujeres», denunció.

Rosi Rubio, madre de Garazi Rodríguez -una de las mujeres arrestadas y en prisión-, detalló cómo, después de cinco días sin tener noticia alguna sobre su hija de 22 años, la encontró tras el cristal de la cárcel «aliviada de estar dentro de la cárcel».

«En esta sociedad que presume de tolerancia cero contra la violencia hacia las mujeres mi hija fue vejada por ser mujer», denunció dolida. «¿Quién es el que está permitiendo que ocurra esto?», preguntó.

Confesó estar «cansada» de ir puerta a puerta detallando lo ocurrido a su hija, explicando cuáles son las consecuencias de la incomunicación y exigió que se tomen medidas de manera inmediata. «Nosotros no somos políticos, sólo representamos a nuestros hijos e hijas y a nosotros mismos», puntualizó antes de solicitar el amparo de las instituciones para que este tipo de vejaciones no se vuelvan a repetir con nadie más.

Rubio detalló, ante los junteros de PNV, Hamaikabat, Aralar y Alternatiba -PP y PSE ni siquiera se dignaron a asistir,- cómo su hija había sido desnudada en comisaría mientras que cinco policías la observaban y uno le besaba su cuerpo desnudo. «Sólo la dejaban vestirse si se autoinculpaba, y por cada delito que asumía haber realizado sólo podía colocarse una prenda», denunció.

Motivos ideológicos

«¿Cómo no se van autoinculpar así nuestros hijos en comisaría?», preguntaba ofendida a los junteros, tildando de «terribles y espeluznantes» los testimonios de los 34 jóvenes detenidos y después encarcelados.

Pese a que es el relato de los malos tratos lo que les ha creado mayor desasosiego, también denunciaron el «verdadero linchamiento mediático» al que han sido sometidos sus hijas e hijos. Criticaron que pese a que la causa estaba bajo secreto de sumario, los medios de comunicación se hicieron eco de todo tipo de acusaciones contra sus hijos. Fueron más lejos y denunciaron que el motivo del arresto de sus hijos es «ideológico» y que, más allá de las autoinculpaciones, no existen pruebas en su contra.

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