Nadie mejor que una danesa viajera surgida del deshielo para entender a la protagonista de «An Education», porque los textos autobiográficos de la periodista Lynn Barber hablan de la precocidad que demostró a principios de los 60, al adelantarse a los cambios que estaban por llegar dentro de una grisácea y aburrida Inglaterra, todavía anclada en la austera mentalidad de posguerra.

Quien se fijó en estos escritos fue Nick Hornby, uno de los autores más adaptados por el cine inglés e incluso por Hollywood («Alta fidelidad») y que ahora pasa al papel de adaptador. Supo ver en ellos un fiel retrato de la sociedad inglesa de hace cincuenta años, dominada por el color terroso del ladrillo.

La heroína de «An Education» se rebela contra tan apagado panorama vital, influida por la cultura bohemia que llega de París. Y se le abre el cielo al conocer a un snob treintañero que le dobla la edad, pero que le introduce en un tipo de vida más excitante, al menos en apariencia. La prometedora Carey Mulligan se luce representado el proceso de madurez de la protagonista, inicialmente deslumbrada por el dandy encarnado por Peter Sarsgaard, quien hace realidad su sueño parisino, lo que no le impedirá percartarse de que en el fondo todo ese cosmopolitismo es falso. Detrás de la mundana fachada se esconde un encantador de serpientes, un embaucador que hasta consigue encandilar a los estrictos padres de la chica.

Alfred Molina asume el rol paterno en una composición provinciana muy a destacar, ya que la joven Jenny pertenece a una típica familia de Bristol que quiere que su hija progrese, yendo a estudiar a la Universidad de Oxford. Sin embargo, se equivocan al creer que su flamante novio tiene el billete para esa salida triunfal.