Peter Jackson le robó los derechos cinematográficos de la novela «Desde mi cielo» a la realizadora escocesa Lynne Ramsay, aprovechando la liquidación del estudio Film Four, que iba a respaldar el proyecto. Luego los vendió al mejor postor, que resultó ser Steven Spielberg, quien puso a disposición del cineasta neozelandés los casi cien millones de dólares que ha costado la infantilizada adaptación del libro de Alice Sebold.

A falta de imaginación, Peter Jackson recurre al tan socorrido paternalismo para justificar su visión autorizada para menores, diciendo que quería que su hija pequeña pudiera ver la película. Es por ello que no muestra ninguna imagen relacionada con el detonante de la historia, que es la violación y asesinato de una adolescente. Todo su empeño se concentra en diseñar un cielo digital para la víctima, eludiendo cualquier aspecto turbador relacionado con el suceso violento, salvo por la presencia inquietante de Stanley Tucci como el vecino psicópata.

«The Lovely Bones» es un melodrama tramposo, cuyo tratamiento maniqueo para provocar la lágrima fácil en el público queda de manifiesto en su a todas luces decepcionante desenlace. Utiliza la canción «Song for the Siren» a modo de chantaje emocional, haciendo sonar la melosa versión de This Mortal Coil en lugar de recurrir a la sincera interpretación original del malogrado Tim Buckley. Es una simple muestra de las intenciones palomiteras que se gasta el señor Jackson en su última y olvidable muestra del cine fantástico más blando.