«American VI: Ain't no grave», canto crepuscular de Johnny Cash
Con más de medio centenar de discos publicados y seis años bajo tierra, Johnny Cash perdura en la memoria como uno de los músicos más importantes de la historia de la música country y el rock. En 1993, tras un periodo opaco y escasamente fructífero, el productor de rock Rick Rubin le ofreció a Cash un contrato por varios años en su sello American Recordings, experiencia que rehabilitaría a Cash hasta el punto de grabar material para seis lúcidos discos.
Pablo CABEZA | BILBO
La historia de Johnny Cash es una enorme explanada en horizontal y vertical, que comienza con cinco años recogiendo algodón y llevando agua a los señores. Son los innumerables hechos de su propio sendero artístico y la de todos sus hijos, cuatro con su primera esposa, uno con la segunda y dos que vienen con ésta, y casi todos artistas. Es su voz grave de barítono, su elegante sentido del country, la forma de tocar la guitarra acústica, sus letras, sus penitencias y la Biblia.
John Ray Cash nació en Arkansas en 1932. Hoy mismo hubiese cumplido 78 años, pero una luz blanca (esta vez sí) se lo llevó el 12 de setiembre de 2003, cuatro meses después del fallecimiento del amor de su vida, June Carter, apellido de una de las familias más populares del folk y el country estadounidense.
La luz blanca
«Nunca me he planteado quitarme la vida. Entré a morir en la cueva de Nickajack, es cierto, pero aquello no fue suicidio y Dios no me dejó escapar tan fácilmente de mi infierno en la tierra. He estado muy cerca de la muerte, naturalmente. Ocurrió muchas veces cuando iba ciego, probablemente más a menudo de lo que supongo. Arrastrándome desde aquel siniestro coche a otro. A menudo me doy cuenta de que la muerte ha pasado muy cerca sin llevarme, pero deben haber habido muchas otras ocasiones en las que he notado su soplo..., pero no lo he reconocido, o cuando unos cuantos miligramos más de alguna sustancia me hubieran llevado directamente a su camino. Sólo en una ocasión he estado frente a ella y la he visto. Yacía con respiración asistida en la unidad de cuidados intensivos con doble neumonía después de mi operación para implantar un bypass en 1988. Hubo un momento en el que, tras luchar por respirar durante largo tiempo, me sentí desvanecer. Entonces vi aparecer una creciente luz que pronto me rodeó; era más que una luz: era la esencia de la luz, un brillo alegre, cálido. Empecé a dirigirme suavemente hacia su centro (... ). Me sentí increíblemente feliz. Nunca había sentido tanta alegría interior», confiesa Cash en sus memorias, ante una vida repleta de límites y excesos.
Luz blanca para quien siempre fue el hombre de negro. Negro como su coche y porque ese era el color de los pobres, de los presos, de los desafortunados... De hecho, tocaría muchas veces en cárceles, grabando algunos discos sublimes.
Seis dolorosos discos
Los días de J. Cash pueden considerarse afortunados, pues, tras unos primeros veinte años duros y desalmados, encontró primero a su primera mujer, después el éxito y, de inmediato, el amor de su vida, June Carter. Así hasta la muerte de ésta en 2003.
Después de aquello, Cash sabía que a él tampoco le queda mucha vida: el corazón, los abusos con las drogas y el alcohol, los pulmones, la ausencia de su esposa, la diabetes... «Pero Cash no tenía miedo -declara Rick Rubin-. Recuerdo una conversación que tuve con él una hora después de que falleciese June. Él había estado con ella en el hospital, nunca le había visto tan abatido, y me dijo: `He pasado enormes dolores en mi vida, pero nunca nada como esto'. Estaba tan destrozado que yo no sabía qué decir. Sonaba tan débil, tan vencido... No sé de dónde salió la pregunta pero le dije: `¿Crees que hay algo en lo que puedas encontrar fe?' Y cuando me escuchó decir esa palabra, un interruptor se accionó en su cerebro y contestó con fuerte voz: `Mi fe es inamovible' y la conversación cambió por completo. Él tenía una fe tremenda, no tenía miedo a pesar de padecer grandes dolores, creo que aceptaba su realidad. Cuando supo que iba a morir, mantuvo la calma y aceptó el hecho».
De esta forma, desde que el productor de rock, hard-rock y metal Rick Rubin le tomó bajo su tutela, Cash grabó material para cinco álbumes: «American I», «American II: Unchained», «American III: Solitary man», «American IV: The man comes around" y «American V: A hundred highways». Ahora llega «American VI: Ain't no grave», canciones tomadas en el tiempo de «American V» ante la evidencia de que Cash se apagaba como una vela sin cera. En el «VI» se aprecia con claridad que las sesiones de grabación le resultaron duras, pues hay cortes con la voz bien templada, pero también algún que otro título, como «I don't hurt anymore», donde la voz de Cash quiebra agónica a un palmo del seco aliento.
Camino de la muerte
Durante las sesiones de grabación de mayo de 2003, a menos de cuatro meses de su propia muerte, Cash pierde a su mujer, June Carter Cash (71 años). June le dice antes de morir que siga grabando y dando conciertos. Cash, de otra parte, teme que «American IV» pueda ser su última grabación, así que Rubin sugiere que empiece a componer y a grabar. Además, el orondo productor dispone que un guitarrista y un ingeniero estén siempre disponibles. «Todas las mañanas, cuando Cash se levantaba, llamaba al ingeniero para preguntarle si se encontraba con fuerzas para trabajar ese día», comenta Rubin.
Las canciones de «American VI» se graban durante las sesiones de «American V». Son muy sencillas, con la tristeza y melancolía de sus anteriores trabajos, con la demoledora sensación de estar escuchando a un músico ante el negro definitivo de su traje y la luz de la esperanza. Si «Hurt» deja desnudos a todos sus oyentes en «American IV», aquí, «Redemption day», original de Sheryl Crow, toma el relevo; sin obviar «For the good times», canción del íntimo amigo de Cash Kris Kristofferson o «Can't help but wonder...», de Tom Paxton. En total, media hora en un último soplo.
No será este el último disco que se edite de Johnny Cash. Las discográficas inventarán cajas y canciones de aquí y de allá en fechas determinadas, pero «American VI: Ain't no grave» sí contiene las últimas canciones que Cash grabó en el trastero de la vida.
Johnny Cash se casó muy joven con Vivian Liberto. Su esposa tuvo que aguantar a un Cash dubitativo y sin empleo fijo. Cuando empezaron a irle bien las cosas en la música, Cash se enamoró, aún casado, de June Carter. La estimable Rosanne Cash es hija del matrimonio entre Vivian y Cash.