Anjel Ordóñez Periodista
Algunas pinceladas de realidad
Sólo lo confirmará el tiempo, pero todo indica que Euskal Herria atraviesa uno de los momentos más relevantes de su historia moderna. En poco tiempo deberán tomarse decisiones que definan si este país encara definitivamente el proceso que deposite en el pueblo la capacidad de decidir su futuro, si comienza a moverse por el camino que abra las puertas a una nueva realidad en la que queden atrás décadas de angustia individual y colectiva. La lógica de la guerra, dolorosamente enquistada durante demasiado tiempo, está a punto de reventar gracias a la sólida, sincera iniciativa de la izquierda abertzale, reconocida y saludada con ilusión en el ámbito internacional por quienes se han destacado en la defensa de la resolución de conflictos.
El nudo está todavía prieto por la tensión sostenida y eso, entre otras cosas, provoca que quienes siempre han tratado de silenciar la identidad de este pueblo redoblen ahora sus esfuerzos por poner barreras a lo que ya constatan como una corriente que suma apoyos con cada día que amanece. Sus principales sudores parecen dirigidos a forzar, cuando no inventar, contradicciones en las filas del soberanismo, en busca de la división que les proporcione una posición de ventaja ante lo que se antoja inevitable: el pronunciamiento de este pueblo sobre su futuro. Por eso la represión, por eso el cruel endurecimiento de la política penitenciaria, por eso la cascada de detenciones y torturas. Han perfeccionado hasta tal punto la estrategia de la coerción que parecen temblar ante la eventualidad de un nuevo escenario. Un escenario sin confrontación violenta.
La sociedad vasca se encuentra, por lo tanto, ante un reto de profundo calado político que, sin embargo, no puede ni debe dejar de lado la grave coyuntura socioeconómica por la que atraviesa Euskal Herria. Al menos en el corto plazo, y seguramente también en el de medio alcance, ese proceso político convivirá con el urgente desafío de revertir las graves consecuencias de la crisis provocada por el neoliberalismo. Y somos muchos los que pensamos que afrontando ambas transformaciones a un tiempo existen serias posibilidades de éxito.