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Sarkozy reconoce solamente «errores de apreciación» en el genocidio de Ruanda

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El inquilino de El Elíseo, Nicolas Sarkozy, sorteó las exigencias de que entonara un mea culpa por la implicación francesa en el genocidio ruandés reconociendo «errores de apreciación» y «cierta ceguera» por parte del Estado francés y de la «comunidad internacional» tanto a la hora de prevenir como de reaccionar ante aquellos sucesos.

En la primera visita de un presidente galo a Ruanda desde el genocidio, en 1994 -tres meses después del restablecimiento de relaciones bilaterales-, Sarkozy llamó a pasar página insistiendo en que «no podemos ser rehenes del pasado».

Un pasado muy presente en el museo del genocidio de Gisozi que la delegación francesa visitó. El guía interpeló directamente por dos veces a Sarkozy sobre la responsabilidad directa de París en el genocidio. El aludido se escudó en el silencio en ambas.

Más de 800.000 personas, en su inmensa mayoría tutsis, fueron masacradas en 1994 por una horda de hutus tras la muerte en atentado del entonces presidente, Juvenal Habyarimana (hutu). Al genocidio le siguió una ofensiva de la rebelión tutsi (FPR) que llevó al poder al actual presidente, Paul Kagame (de etnia tutsi).

Ruanda rompió relaciones con París en 2006 después de que un juez francés imputara a nueve próximos a Kagame el atentado contra Habyarimana y reaccionó con un informe que implicaba a una treintena de dirigentes políticos y militares franceses en el genocidio.

Mientras en Kigali insisten en que París haga gestos concretos y presente excusas oficiales -como hicieron EEUU y Bélgica-, la clase política tradicional francesa y los protagonistas de aquella época advierten contra todo tipo de «arrepentimiento».

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