El preso cubano Orlando Zapata, considerado como «de conciencia» por Amnistía Internacional y que falleció el martes tras una huelga de hambre, fue enterrado ayer en el este de Cuba en presencia de decenas de disidentes bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad, que practicaron la víspera detenciones preventivas.

El féretro fue transportado en coche fúnebre desde la casa familiar hasta el cementerio de la localidad de Banes, a 840 kilómetros al este de La Habana y que se encontraba bajo una intensa vigilancia policial, según relató a France Presse telefónicamente Reina Luisa Tamayo, la madre de Zapata, que se hallaba en prisión por «desobediencia civil» y otros delitos.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, reclamó desde Madrid a Cuba que «devuelva la libertad a los presos de con- ciencia y respete los derechos humanos».

El presidente brasileño, Lula da Silva, que se encontraba de visita en Cuba el miércoles, lamentó la muerte de Zapata y recordó que él mismo recurrió a la huelga de hambre. Asimismo, destacó que no recibió ninguna carta de la disidencia solicitando una reunión con él durante su estancia en La Habana.