CRíTICA teatro
Lenguajes encordados
Los veinte primeros minutos de este espectáculo se plantean con una fuerza comunicativa a través de una sabia mezcolanza de estilos, formas, lenguajes escénicos que crean un mundo fértil donde cualquier gestualidad, movimiento o expresión lumínica o de elementos escenográficos adquieren una dimensión superior. Son momentos en donde el cruce de clown, pantomima, juego con el absurdo, la teatralidad llevada a la expresión más primitiva se adueña de todo y los lenguajes aparecen encordados, se estira de aquí y aparece el siguiente, orgánicamente. Es cuando se platean las claves dramatúrgicas, sitúan a los espectadores en el umbral de la historia y cuando la imaginación se convierte en una inagotable catarata de sugerencias.
En este inicio de espectáculo, todo está perfectamente encajado, destacando el equipo actoral, que hace de la interpretación la llave para abrir todos los cofres donde se esconden los tesoros teatrales. Pero de repente, forzando la trama, aparecen más elementos, códigos, momentos valle, discursivos, transiciones que partiendo de los mismos presupuestos creativos no logran esa excelencia, y parece como si se distendiera de contenido y de forma, como si todavía le faltase a este trabajo ese tiempo indeterminado para que mantenga durante la hora el mismo nivel de tensión, de poder comunicativo y de calidad. Hacia el final retoma el vuelo, pero lo hace más en lo exterior, en las imágenes, en la puesta en escena, cuando lo que nos había hecho disfrutar era la parte actoral, el juego. Estamos ante un buen trabajo que en unas pocas actuaciones puede convertirse en excelente.
Obra: «La isla desconocida».
Dramaturgia, dirección y producción: Markeliñe.
Intérpretes: Fernando Barado, Sandra Fernández, Itziar Rekalde.
Dirección artística: Marijo De la Hoz. Coordinación: Joserra Martínez.
Lugar y fecha: Teatro Jovellanos (Gijón), 24-02-10, Festival Feten 2010.