DIARIO DE NOTICIAS DE ALAVA Paco Marín Guruceaga 2010/2/26
Erecciones digitales
(...) Me refiero al levantamiento del dedo corazón. Que según precisas acepciones del diccionario oficial de la Real Academia Española, podría definirse correctamente por el título que antecede: erección digital.
(...) La más antigua erección que recuerdo la protagonizó la rejuvenecida duquesa de Alba. (...) Otra, relativamente más reciente, fue la de don Juan Carlos de Borbón en su visita a la catedral vieja de Gasteiz. Seguramente ud. la recordará. En la acera de enfrente -con perdón- había un grupo de manifestantes de la izquierda abertzale protestando por su presencia. El rey iba acompañado del brazo por su profesional esposa, de sus anfitriones y rodeado de la numerosa cohorte que le acompaña en sus viajes. No pudo aguantarse. (...) El hecho mereció diversos comentarios escritos que -como no podía ser de otra forma ante la inconfesa censura imperante en la mayor parte de los grupos mediáticos del Estado- tuvieron en Internet su cauce de comunicación.
(...) La última, hace unos días, en la Universidad de Oviedo. Su protagonista, el ex presidente señor Aznar. De esta erección ha oído ud. hablar. Seguro. Reconocerá conmigo que fue impecable: mirada desafiante, «tableta» enhiesta, sonrisa irónica, brazo arqueado los grados precisos y melenilla azabache ensortijada. Y con los complementos preceptivos: terno discreto, corbata oscura y bufanda granate.
(...) Lo malo de estas erecciones digitales es que están protagonizadas por personas de indudable relevancia social a quienes se supone educadas para aguantar imprecaciones verbales por molestas que sean. Y en dos de los hechos relatados, los personajes en cuestión cobran -al menos una parte de sus sustanciosos sueldos- del erario público. Y saber reprimirse entra dentro de sus emolumentos. Protagonizar erecciones digitales en público es obsceno. No disculparse por el error cometido, inadmisible. Y dirigirlas a quienes te pagan -porque a todos nos ofenden- de necios prepotentes. Así lo comento, porque así me lo parece.