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ASTEA MUNDUAN

Espejismos e incertidumbres en el escenario afgano

Dabid LAZKANOITURBURU

Periodista

Nada es lo que parece en Afganistán. Ya lo comprobaron los británicos en el siglo XIX y los «rusoviéticos» en el XX. Y todo apunta a que EEUU lleva camino, si no lo ha hecho ya, de caerse definitivamente del guindo.

El Pentágono lleva ya dos semanas de ofensiva final contra el bastión talibán de Marjah, en la provincia de Helmand. Poco sabemos del desarrollo de la campaña más allá de lo que EEUU quiere que creamos. Un día nos dice que la ofensiva ha terminado y al siguiente nos anuncia que durará todavía al menos un año. O anuncia que no es más que el preludio de una operación militar contra la provincia de Kandahar, capital del movimiento de los estudiantes islámicos (talibán).

En paralelo, Washington alardea de la detención en Pakistán de dirigentes talibán como el mulah Baradar. Como si no supiéramos que Islamabad tiene perfectamente localizados a los líderes de la guerrilla refugiados en el país vecino.

Dos hipótesis. EEUU ha decidido sacar pecho militar, en un intento de debilitar a la resistencia afgana de cara a un proceso de negociación que las malas lenguas aseguran ya ha empezado. Y Pakistán mueve sus fichas -anunciando detenciones- para seguir saliendo en la foto y mantener sus bazas ante un eventual diálogo.

Ya lo dijo el presidente Obama en el discurso en el que anunció el envío de refuerzos y añadió, más o menos entre líneas, que planea iniciar el año próximo una salida «honorable» del país.

Ocurre que nada es lo que parece en el cenagal afgano, donde reposan, hundidas, las más preclaras oratorias. Como la de Obama.

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