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Varsovia y París celebran con maratones pianísticos el bicentenario del nacimiento de Chopin

Aunque pasó también por Alemania, Austria e Inglaterra, el periplo vital de Frederic Chopin está especialmente ligado a Varsovia, París y la isla de Mallorca. Las tres están sumidas en celebraciones este fin de semana, con motivo del doscientos cumpleaños del compositor, mañana lunes.

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Mikel CHAMIZO

Es curioso comprobar cómo los centenarios y bicentenarios del nacimiento y muerte de los diferentes compositores despiertan intereses y expectativas tan distintos. Mientras que los años Bach y Mozart son prácticamente eventos a nivel mundial (se trata, de hecho, de los únicos compositores a quienes se celebra no solo a los 100 y 200 años, sino también a los 150 y 250), los pobres Haydn y Mendelssohn, cuyos bicentenarios se celebraban el pasado año, pasaron con más pena que gloria por la programaciones de las orquestas e instituciones musicales fuera de Alemania y Reino Unido. Afortunadamente, parece que no va a ocurrir los mismo con Chopin, cuyo bicentenario de su nacimiento y el de Schumann comparten protagonismo en este 2010, y a quien ya le han empezado a salir las conmemoraciones oficiales por todos los puntos del globo, desde su Polonia natal a la remota Cuba. Pero este año Chopin será también una buena ocasión para aclarar aspectos de la biografía de un músico a quien la fantasía popular siempre ha querido adjudicar unas características muy definidas que, según los últimos estudios musicológicos, no siempre casan con la realidad. Ante la imaginería popular que encuentra en Chopin la quintaesencia del músico romántico, apasionado, atormentado y enfermizo, se nos presenta la realidad de un Chopin «muy atento a las convenciones sociales, de actitudes sociales conservadoras con un punto de esnobismo y enormemente preocupado por la seguridad financiera y material», en palabras de Jim Samson, su mejor biógrafo. Y no es la única contradicción que se está desvelando últimamente.

Hijo de Nicolas Chopin y de Tekla Justina Kryzanowska, Frederic Chopin nació en Zelazowa (Varsovia, Polonia) en 1810. Comenzó sus estudios de piano con su madre, continuándolos después con Adalbert Zywny, aunque su técnica trascendente la adquirió de forma autodidacta. Su debut como pianista se produce el 23 de febrero de 1818, con sólo 8 años de edad, y no será hasta 1826 cuando comience a estudiar composición con Jozéf Elsner, ingresando poco después en el Conservatorio de Varsovia. En 1829 le otorgan el Premio de Composición de la Escuela de Música de Glowna, y ese mismo año inicia una gira de conciertos por Berlín, Praga, Dresde y Viena, sin cosechar el éxito esperado pero que le permitirá conocer a músicos tan influyentes para él como Paganini.

Instalado en París desde 1831, se convierte en una atracción para la vida musical parisina, a pesar de que ofreció escasos conciertos. En 1836 conoce a la famosa escritora George Sand, que influirá notablemente sobre la obra del compositor y que se convertirá, dos años después, en su amante. En esta época comienzan también los primeros síntomas de lo que se creía una tuberculosis. Ya en 1838, junto a Sand, marcha a Mallorca buscando un clima más cálido que mejorara su enfermedad, pero el viaje tuvo más de fiasco que de idilio y, como nos revela «Un invierno en Mallorca» de Sand, sólo sirvió para satisfacer su propio instinto maternal. Tras regresar a París rompen su relación, deteriorándose la salud del músico con gran rapidez desde entonces. Chopin abandonará París ante las revueltas revolucionarias que asolan el continente y parte hacia Inglaterra. Allí, el 16 de noviembre de 1848, en Londres, ofrece su último recital de piano. Poco después cae enfermo, muriendo a las dos de la mañana del 17 de octubre de 1849 en París.

Todas las instituciones y medios de comunicación que han querido celebrar el cumpleaños de Chopin se han tenido que enfrentar con un problema bastante desconcertante, que no es otro que la absoluta falta de acuerdo existente entre los historiadores sobre el día de nacimiento del compositor polaco, que bien pudo ser el 22 de febrero o retrasarse hasta el 1 de marzo. Para sustraerse al problema de tener que decantarse por una u otra fecha, el Senado de Polonia ha tomado una decisión salomónica: celebrar ambas. Y así, desde el pasado lunes 22 de febrero está teniendo lugar lo que han dado en denominar como «El cumpleaños más largo», una maratón de una semana que finalizará el 1 de marzo y que durante veinticuatro horas, noche y día, está reuniendo a artistas consagrados, estudiantes de piano o simples aficionados que quieran tocar una pieza de Chopin en la sede de la asociación cultural Wspólnota Polska de Varsovia. La iniciativa se retransmite en directo por internet, en la página web oficial del bicentenario de Chopin, chopin2010.pl, y realmente parece estar congregando a pianistas de todos los niveles y perfiles en un acto de adoración a un personaje que, en Polonia, es mucho más que un simple músico.

Lev Tolstoi dijo en una ocasión que «¡Uno puede amar a los polacos por esa única razón, el tener a Chopin!», y Boris Pokrovsky, legendario director de escena durante cuatro décadas del Teatro Bolshoi de San Petersburgo, afirmó que «desde mi infancia, Chopin ha sido el símbolo de Polonia para mí, y es exactamente a través del prisma de él como la percibo también hoy en día. Chopin está más allá de Polonia siendo, al mismo tiempo, su corazón». Curiosamente, esta referencia al corazón de Polonia se puede tomar de la manera más literal y visceral, pues el corazón de Chopin se conserva desde 1849 -aparentemente en coñac- en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia, y es considerado uno de los principales iconos nacionales. De hecho, se armó una gran polémica nacional hace un par de años, cuando un grupo de investigadores solicitó que se les permitiera acceder al corazón de Chopin para extraer su ADN y demostrar que el músico no murió de tuberculosis, mito que se ha perpetuado en casi todas sus biografías, sino de fibrosis quística, una enfermedad muy invalidante que afectó gravemente a su vida cotidiana y causó su temprana muerte.

Volviendo a las celebraciones del año Chopin en Polonia, todo el país se ha volcado en ellas y durante el 2010 será rarísimo el día en que no se le rinda un homenaje, más o menos esplendoroso, en algún punto de su geografía. Como ejemplo escogemos, completamente al azar, una fecha del calendario oficial del año Chopin: el jueves 20 de mayo; y nos encontramos, entre las actividades programadas para ese día, con un recital en Wroclaw, dos veladas sinfónicas en Torun y Lódz, un concierto de Chopin para niños en Konin, concursos de interpretación en Brodnica y Rzeszow, una conferencia en Varsovia y hasta cuatro exposiciones en torno al compositor en Przysucha, Gda sk, Varsovia y Torun. El Gobierno de Polonia ha puesto en marcha, además, una serie de iniciativas turísticas para acercar la figura de su músico más prestigioso a los visitantes de todo el mundo.

La ciudad más importante en la vida de Chopin fue, sin duda, París, donde el joven polaco se erigió, desde 1833, en el príncipe de los salones aristocráticos, en un muy cotizado profesor y, a partir de 1837, tras abandonar su empeño de ser concertista, en prestigioso compositor de exquisitas piezas para piano, todo un pianista-poeta. Muchas de esas piezas se estrenaron y se han vuelto a tocar infinitas veces en la Sala Pleyel, casa de los pianos predilectos de Chopin, y es esa misma sala la que está acogiendo este fin de semana una gran fiesta chopiniana para celebrar el aniversario de su músico más famoso. Se trata de diez conciertos protagonizados por pianistas de primer nivel que están interpretando, en orden cronológico, la totalidad de la literatura para piano solista de Chopin, que abarca unas quince horas de música. Y es solo uno de los actos centrales en París, porque los homenajes a Chopin, al igual que en Polonia, se extienden al resto del año.

Hay que hablar, por último, de la estancia de Chopin en Mallorca, que, aunque breve, marcó un punto de inflexión en su vida. Es por ello que la isla, que debe a Chopin desde aquél entonces una buena parte de su turismo, ha declarado el 2010 como Año Chopin, y tendrá el honor de albergar, mañana lunes, el primer acto oficial dedicado al compositor en el Estado español, un concierto a cargo de Pawel Kowalski en el Conservatorio de Palma. El programa de homenajes incluye, lógicamente, otros muchos conciertos y conferencias, y finalizará en diciembre con un ciclo en el que se tratará acerca de cómo Valldemossa y su entorno influyeron en el trabajo de Chopin.

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