Los cristianos maronitas de Chipre luchan por mantener con vida su lengua ancestral
Elías Zonia pelea por la conservación de la lengua ancestral de la pequeña comunidad maronita de Chipre; un idioma descrito por los expertos como un «tesoro», pero actualmente en serio peligro de extinción.Simon MARTELLI | NICOSIA
«Tengo la impresión de que soy una persona con suerte, porque pertenezco a un pequeño grupo que habla bien ese idioma», explica este profesor y padre de tres hijos. Los maronitas hablan un dialecto del árabe muy influenciado por el arameo, el idioma que hablaba Jesús, «pero, de año en año, el número de niños disminuye» en la única escuela chipriota maronita, se lamenta Elías Zona. Dos tardes por semana enseña a sus veinte alumnos el árabe maronita chipriota (CMA), una lengua de tradición oral.
Desde la invasión por el ejército turco de la zona norte en 1974 y la partición de Chipre, la comunidad cristiana maronita, instalada en esta isla del Mediterráneo desde el siglo XII, lucha por preservar su identidad histórica. Obligados a elegir un bando, los maronitas optaron por el sur griego y abandonaron sus tierras de cultivo del norte. Kormakitis, la mayor de las cuatro aldeas maronitas del norte y el lugar de nacimiento de la CMA, es sólo una sombra de lo que fue con menos de 150 habitantes de edad avanzada y una escuela cerrada desde hace diez años. Hoy en día, de los 5.000 chipriotas maronitas, sólo un millar habla su lengua. La mayoría de los maronitas se casan fuera de la comunidad y no enseñan su idioma a sus hijos.
Elías Zonia confecciona actualmente un diccionario, un paso crucial en la recuperación de su lenguaje y espera haberlo concluido antes de Semana Santa. La de Chipre es una de las diversas comunidades maronitas desperdigadas por el mundo, aunque la principal se sitúa en el Líbano. Religiosamente relacionados con la Iglesia católica de Roma, forman parte del rito oriental y los seguidores de esta creencia toman su nombre de San Maron, un ermitaño que vivió en el noreste de Siria. Allí logró crear un grupo de fieles en el siglo V, grupo que permaneció fiel a su mensaje tras su muerte. De él toman el nombre.
Un tesoro
En noviembre de 2008, gracias a la presión ejercida por el Consejo de Europa, el Gobierno chipriota reconoció oficialmente a la CMA como una lengua minoritaria. «Es un paso muy importante, porque los maronitas tienen derecho a educarse en su lengua», dice Costas Constantinou, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Nicosia. «Esta lengua es un tesoro digno de ser salvado».
George Skordis, otro defensor del CMA, explica que no se puede esperar más. «La situación es urgente, porque la gente está muriendo cada día y algunas palabras sólo las conocen los muy mayores», dice Skordis, quien dirige la ONG «Hki Fi Sanna» (que significa «Hablemos nuestra lengua» en CMA). En agosto pasado, la ONG organizó un seminario de una semana en Kormakitis, al que asistieron 190 alumnos de 6 a 18 años, casi el doble que en la primera iniciativa de este tipo de 2008. «Estos campamentos de verano son excelentes», dice Zonia desde su despacho de la Escuela Primaria de Saint-Maron. «Pero necesitamos más ayuda».
Los defensores de la lengua también se inspiran en las experiencias de los demás. En febrero, Skordis y Constantinou mantuvieron una reunión de trabajo con un grupo de la minoría sami de Noruega. «Hay lenguas que estaban en peores condiciones y han sobrevivido», dice Constantinou.
«Siempre hay un proceso de evolución con el idioma, pero hemos sido testigos de un rápido cambio en la tasa de pérdida en los últimos años», explica por su parte Brian Bielenberg, profesor de lingüística en la Universidad Europea de Chipre. Según explica el investigador, cada catorce días un idioma desaparece en el mundo, aunque, a veces, una lengua considerada muerta, como el hebreo, puede renacer.