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Tras el tsunami, un desierto de arena se traga las casas en la costa chilena

La ciudad costera chilena de Pellehue se encuentra casi irreconocible tras el tsunami del sábado. Barrios en los que existían un centenar de casas han desaparecido y un desierto de arena ha sustituido a las coloridas viviendas. Las alertas de tsunami no funcionaron y decenas de turistas chilenos que pasaban el verano austral en la costa murieron mientras dormían. Tres días después, la Policía anuncia con un altavoz que el toque de queda comienza a las 21.00.

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Gael FAVENNEC

«Esta parte estaba llena de casas. Había más de cien», cuenta Silvia Aparicio, señalando la costa de la estación balnearia chilena de Pellehue, transformada en un desierto de arena por el tsunami que se registró tras el potente terremoto del sábado.

«Y esto no es nada en comparación a lo que ha sucedido en El Marisquero», un barrio que recibía este nombre porque sus habitantes se dedicaban a la pesca del marisco, añade esta dirigente social de unos 50 años de edad.

En la calle, un pez varado a más de 500 metros de la orilla y troncos de árboles ocupando la calzada muestran la violencia del tsunami, que se llevó cientos de casas, según estiman los bomberos.

«Esta casa estaba a casi dos cuadras de aquí», prosigue Aparicio, señalando una vivienda amarilla completamente hundida.

Según una fuente próxima a los servicios de socorro, se contaron 58 muertos el lunes por la noche en Pellehue y 28 en Curenipe, dos pueblos que distan unos 300 kilómetros de Santiago y que están muy próximos al epicentro del seísmo que provocó 795 muertos según el último balance oficial.

Wagner Alvear Flores, número dos del Cuerpo de Bomberos de la región de Santiago, desplazado a este lugar, mencionaba, por su parte, «una estimación de 46 cuerpos encontrados a nivel regional» y «un número indeterminado de desaparecidos».

Turistas sin alerta

Se trata en su mayoría de turistas chilenos que habían llegado a pasar sus vacaciones del verano austral en esta aldea de pescadores y de agricultores.

Las víctimas fueron sorprendidas cuando dormían por el tsunami, que llegó en mitad de la noche.

«Aquí no ha habido alerta. Las olas han roto 40 minutos después del temblor de tierra, que se registró a las 3.25 de la mañana [7.25, en Euskal Herria]. Hubo dos, y después una más grande. El ruido fue ensordecedor», cuenta Silvia Aparicio, que afortunadamente vive en la zona alta de esta colorida ciudad.

Un poco más lejos, cuatro hombres cargan una camioneta. Algunas sillas, un carro de niños, la estructura de una cama: todo lo que queda de su casa de vacaciones roja, una de las pocas que ha resistido al tsunami en la costa.

«Volvemos a Curicó (a unos 150 kilómetros). No podemos quedarnos aquí», declara Oscar Henríquez.

Detrás de él, pasa un coche de Policía. Las fuerzas del orden alertan a los habitantes por un altavoz: «¡A las 21 horas, toque de queda!».

«Los militares llegaron ayer [el lunes] para mantener el orden, puesto que ha habido muchos robos», afirma Silvia Aparicio.

toques de queda

El toque de queda se ha instaurado en tres ciudades más del centro de Chile para prevenir saqueos tras el terremoto y el tsunami del sábado, según anunció el general Bosco Pesse, comandante de la brigada de Maule.

La naturaleza recuerda que Chile es un país empobrecido

Mientras se escriben estas palabras, en Concepción cientos de personas afectadas brutalmente por el terremoto que remeció a Chile desde la Quinta hasta la Novena Región -incluyendo la Región Metropolitana- abren las bodegas del supermercado Líder (Wal Mart en Chile) para llevarse mercancías de primera necesidad, cajas de leche, sacos de azúcar, pañales, arroz y alimentos en general. Según algunos medios informativos, lo mismo ocurre en la ciudad de Talcahuano. [...]

Entrevistada la gente en Concepción mientras colectivamente distribuía la mercadería agolpada en las bodegas del principal supermercado de la región, señaló que no tuvieron alternativa ante «la falta de comida, agua, leche para los niños y la subida sinvergüenza de los precios en los pocos comercios abiertos»

«Piñera [Sebastián, el presidente] se la pasa dando vueltas en helicóptero y no hace ninguna `huevada'. Está puro dando jugo», señaló una madre mientras trasladaba bolsas de leche.

El Gobierno central ha sido incapaz, hasta el momento, de solucionar adecuadamente el suministro de alimentos, energía y cobijo. De hecho, la población más afectada, incluso en Santiago, ha optado por dormir en carpas en las plazas públicas y las calles, o simplemente a la intemperie. Andrés FIGUEROA CORNEJO (REBELIÓN)

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