TAV: las cuestiones de estado no sufren la crisis
El Tren de Alta Velocidad fue ayer noticia por triple partida. Mientras en Durango finalizaba la excavación del primer túnel del trazado a su paso por Bizkaia, en Gasteiz se presentaba el proyecto de soterramiento del tren en su llegada a la capital alavesa. Además, se sucedían las valoraciones sobre las diferencias que enfrentan a los gobiernos de Madrid e Iruñea sobre la financiación del proyecto en Nafarroa. Son las dos caras de la misma moneda: el proyecto sigue adelante contra viento y marea, no ya sólo violentando la opinión de una gran parte de la sociedad, sino incluso por encima de los devastadores efectos de la crisis en las arcas públicas.
La acuciante situación por la que atraviesan los presupuestos institucionales ha retrasado el proyecto de la alta velocidad en otras zonas del Estado. A falta de liquidez, los gobiernos congelan los macroproyectos de cemento y acero a la espera de aires más propicios. Sin embargo, en Hego Euskal Herria, el TAV no conoce estrecheces financieras porque, simplemente, se ha convertido en una cuestión de estado de primer orden. Por eso, el pulso político empuja con fuerza las obras en los gobiernos foral y autonómico, que, a su vez, obligan a sus administrados a pagar una elevada factura que otros se niegan a asumir. Una arista más de la sinrazón que domina este macroproyecto de la imposición.