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Sabino Cuadra Lasarte Abogado

Las pensiones vuelta al aire: ¿cómo que no hay dinero?

¿Por qué son sólo las cuentas de la Seguridad Social las que tienen que ser equilibradas y no las del Ejército, la Policía, la Casa Real, etc..? ¿Por qué los gastos de la Seguridad Social no son cubiertos también por los Presupuestos Generales del Estado, como lo son los gastos de Educación y Sanidad? ¿Acaso son menos «públicos» y «sociales» aquellos gastos que éstos?

El discurso del poder está comenzando a calar: «como la esperanza de vida es cada vez mayor, hay que retrasar la edad de jubilación para que las cuentas cuadren y haya así mayores ingresos y menores gastos». O sea, parece como si se tratara de un problema matemático sin otra solución posible. Lo ha afirmado también el secretario general de la OCDE, A. Gurría, quien ha dicho que «no es ésta una cuestión de política, ética o moral, sino de reconocer una realidad aritmética y ajustarse a ella». Lo dicho, los números cantan.

Hacen trampa. En política las soluciones nunca son mecánicas ni únicas. Partiendo de una misma premisa, las posibles medidas a adoptar dependen siempre de los distintos intereses de los actores en juego. Así, desde un planteamiento de izquierda, si lo que falta es dinero para cubrir una necesidad social, los lugares a buscar deben ser otros distintos a los señalados por la derecha, cuyo objetivo, por otro lado, no es sino debilitar el sistema público de pensiones y fomentar su privatización a fin de obtener el mayor beneficio posible. En cualquier caso, veamos cuáles podrían ser unas fuentes de financiación alternativas a las propuestas por la derecha.

Primera. Si en vez de contar con cuatro millones largos de parados y paradas en todo el Estado toda esta gente estuviera trabajando y, por lo tanto, cotizando, es evidente que la cuantía de los ingresos de la Seguridad Social ascendería notablemente y serviría para cubrir o al menos paliar en gran medida el supuesto problema que, se nos dice, existe.

Segunda. Si en vez de retrasarse cada vez más la edad media de incorporación al trabajo (si no estoy confundido, actualmente se acerca a los 30 años), se reformara el sistema educativo y se facilitara la incorporación laboral de la juventud al finalizar sus estudios, una millonada de jóvenes comenzaría a trabajar antes y los ingresos por cotizaciones crecería, ¿o no?

Tercera. ¿Por qué son sólo las cuentas de la Seguridad Social las que tienen que ser equilibradas y no las del Ejército, la Policía, la Casa Real, etc..? ¿Por qué, por otro lado, al contrario de lo que ocurre en la UE, los gastos de la Seguridad Social no son cubiertos también por los Presupuestos Generales del Estado, como lo son los gastos de Educación y Sanidad? ¿Acaso son menos «públicos» y «sociales» aquellos gastos que éstos?

Cuarta. El fraude fiscal alcanzó en 2007 en el Estado un billón de euros y las cuotas no ingresadas al año superan los 70.000 millones, ¿por qué no poner más medios materiales, personales y jurídicos para acabar con todo esto, tal como reivindica la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado. ¿Por qué no apretar las clavijas a ese 70% de empresas del IBEX 35 (Bancos, Eléctricas, Gas, Seguros,..) que operan a través de paraísos fiscales?

Quinta. En los últimos años los capitalistas ha sido mimados por el poder: supresión del impuesto del patrimonio, rebajas en el de Sociedades, trato favorable en el IRPF,... Mientras los banqueros (BBVA) se jubilan con indemnizaciones de 70.000 millones de euros y pensiones de jubilación de 6.000 euros/año, el Gobierno de Navarra nos dice que va a vigilar, sobre todo, el fraude que se da entre los perceptores de la renta básica.

Sexta. Desde hace dos siglos -Napoleón-, ningún ejército extranjero ha invadido ni atacado el solar patrio. Por el contrario, durante este mismo tiempo el ejército español ha agredido a distintos pueblos (Cuba, Filipinas, Marruecos,..) y propiciado numerosos golpes militares y dictaduras: Primo de Rivera, guerra civil, franquismo,... Pues bien, ¿para qué alimentar más a este despropósito parasitario?

Séptima. El Estado español ostenta en la UE el primer puesto en la construcción en los últimos años del mayor número de autovías y líneas de TAV, con todo el despilfarro que eso supone y para mayor gloria de las grandes cementeras, constructoras, promotoras y los bolsillos de todos aquellos partidos y electos pringados en el impulso de todo este «progreso» y «modernidad». Pues bien, ¿qué tal si se invierte todo eso en gasto social?

Octava. El cobro de las pensiones futuras depende no sólo de cuanta gente cotice hasta entonces, sino también de la riqueza (material, social,...) que se produzca mientras tanto. Si ésta se incrementa (se dice que el PIB puede doblarse en 25-30 años), sería posible atender las futuras pensiones sin recortar el sistema actual. Lo que ocurre es que el capital quiere que su parte en el reparto de la tarta sea cada vez mayor y reducir la de los demás.

Novena. Si se suprimieran todos los productos socialmente tóxicos, penosos y peligrosos que componen el PIB (industria militar, artículos de lujo, superconsumo...) se podría destinar a atenciones sociales gran parte de los recursos y mano de obra empleada en producir armas y mercancías que, no solo son inútiles, sino también destructivos. El ahorro, pues, sería doble.

Décima: Las élites políticas y administrativas de este país (Congreso, parlamentos, ayuntamientos, administraciones, empresas públicas,...) y todas las empresas y negocios que giran alrededor de las mismas, conforman una galaxia de derroche, privilegios y corruptelas cuya supresión liberaría ingentes cantidades de dinero que podrían dedicarse a finalidades mucho más sociales.

Estas diez medidas, como los diez mandamientos, pueden resumirse en dos: primera, quitarás a los de arriba todo lo que robaron durante siglos para repartirlo entre los de abajo y, segunda, pondrás la economía y el poder al servicio de las grandes mayorías sociales y en armonía con la naturaleza que nos rodea.

Todo lo anterior, por supuesto, tiene poco que ver con las matemáticas y sí con la política y la lucha de clases.

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