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Elecciones en Irak

Obama aplaude la participación en las elecciones de Irak y lamenta las 38 muertes en atentados

Obama elogió el «coraje» de los iraquíes que «desafiaron las amenazas para ampliar su democracia» y votaron en los comicios legislativos de ayer en Irak, los segundos desde la invasión estadounidense, en marzo de 2003. Los elogios se producían pese a que no se sabe siquiera qué tasa de participación se registró en unos comicios que dejaron 38 muertos en atentados.

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Jose Angel ORIA | DONOSTIA

«Mis felicitaciones al pueblo de Irak por su participación en estas importantes elecciones parlamentarias», manifestó anoche el presidente de EEUU, Barack Obama, en un comunicado distribuido por la Casa Blanca. Obama se ha propuesto la retirada de todas las tropas de combate estadounidenses de Irak a fines de agosto próximo, y la del resto de unidades hacia finales de 2011. No obstante, ante la previsión de que Irán, el molesto e incómodo vecino de Irak, afiance su influencia política en el país árabe, el general Odierno, comandante en jefe del Ejército estadounidense en Irak, ya había anunciado antes de la cita electoral un nuevo plan para retrasar el calendario de retirada de las fuerzas de ocupación, según ha informado la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Irak (CEOSI).

A juicio de dicha asociación, «la invasión militar y la pésima gestión de la ocupación estadounidense han convertido a Irak en el escenario trágico y devastado de una lucha de poder entre EEUU e Irán».

EEUU contra Irán

«Merece la pena recordar que los acuerdos en materia de seguridad alcanzados entre EEUU e Irán para hacer frente a la resistencia en la época del gobierno de Bush han dejado de ser operativos -añade la Campaña- y que lo que antes fue coordinación, para ejercer una represión militar planificada y bajo parámetros sectarios contra la resistencia, puede dar paso ahora a un enfrentamiento directo en Irak entre las fuerzas militares estadounidenses y las paramilitares iraníes. Todo esto no augura sino más violencia y desintegración para una población ya exhausta. El lunes 22 de febrero, sólo en Bagdad murieron 67 personas por disparos de bala, según informaba el diario «Al Zamán», que cita fuentes de la morgue de la ciudad», sostiene la CEOSI.

Pero en la Casa Blanca no están dispuestos a ver la botella de la ocupación medio vacía y ayer preferían las valoraciones triunfalistas. La jornada electoral estuvo marcada por ataques con bombas, morteros y cohetes en los que murieron por lo menos 38 personas y más de 100 resultaron heridas. Los estadounidenses, según añadió Obama en su mensaje, «expresan su dolor por la pérdida de vidas y rinden honor al coraje y la persistencia de los iraquíes. Tengo un respeto inmenso por los millones de iraquíes que no se amedrentaron por los actos de violencia y que ejercieron hoy su derecho al voto -señaló el presidente-. Su participación demuestra que el pueblo iraquí ha elegido moldear su futuro con un proceso político».

La agencia France Presse aseguraba que los iraquíes «votaron en masa en las segundas elecciones legislativas desde la invasión estadounidense de 2003, unos comicios cruciales protegidos por severas medidas de seguridad».

Largas filas

Los colegios electorales cerraron a las 17.00 dando inicio al escrutinio al cabo de una elección marcada por la amenaza de Al Qaeda, según indicó la comisión electoral, «pero si hay filas de espera, las oficinas de votación deben aceptar votantes hasta que llegue el último elector de la fila», afirmó Hamdia Husseini a la televisión pública iraquí. «No hay prolongación de los horarios para la votación», añadió.

Tanto en Bagdad como en el resto del país, incluyendo a las regiones sunitas como Mosul (norte) y Al Anbar (oeste), que boicotearon las elecciones de 2005, se observaron largas filas delante de los colegios electorales, donde los electores se sometían sin protestar a registros corporales.

La red Al Qaeda había amenazado de muerte a quienes se atrevieran a participar en estas elecciones legislativas.

Estos comicios han sido considerados vitales para la estabilidad del país, cuando faltan seis meses para la teórica partida de las tropas estadounidenses de combate y menos de dos años para la retirada total. Siempre que la realidad iraquí no les obligue a revisar estos plazos.

Cohetes y morteros

Desde la apertura de las oficinas de votación, la capital iraquí, sobrevolada por helicópteros, fue objeto de disparos de mortero y cohetes katiushka causando al menos 38 muertos y 110 heridos, según el Ministerio del Interior. 30 personas murieron por disparos de obuses y cohetes katiushka en Bagdad, 24 de ellos al derrumbarse dos edificios en el barrio de Ur del norte de la capital, alcanzados por un cohete, según la misma fuente. Otras ocho personas murieron en atentados con bomba en la capital y sus alrededores.

La cantidad de heridos se eleva a 110 en todo el país: 13 de ellos fueron alcanzados por disparos de obuses de mortero contra un colegio electoral en Iskandariya, a 50 kilómetros al sur de Bagdad.

En la provincia sunita de Anbar (oeste), unos diez morteros cayeron en Ramadi y Fallujah, sin causar víctimas, mientras numerosos electores se dirigían a las urnas en estos antiguos bastiones de la resistencia.

«Hoy mi voto es un desafío a Al Qaeda», afirmó a France Presse un elector, Jaled Abdala, de 35 años de edad, mientras cuatro explosiones retumbaban en el bastión sunita de Fallujah.

El primer ministro Nuri Maliki, que votó en un hotel de la protegidísima Zona Verde, minimizó la violencia y trató de destacar lo positivo que vio en la jornada. «Estos ataques no son más que ruido para impresionar a los electores, pero los iraquíes son un pueblo que ama enfrentar desafíos», dijo.

En las calles de Bagdad, cortadas por cientos de barreras, no había circulación debido a que se prohibió el paso de vehículos por temor a atentados suicidas. Varios cientos de miles de militares y policías protegieron los 46.000 colegios electorales.

Unos 19 millones de electores debían designar a 325 diputados para un mandato de cuatro años durante el cual, si los planes oficiales no se ven alterados, 96.000 soldados estadounidenses partirán definitivamente de Irak, nueve años después de haber invadido al país para derrocar a Saddam Hussein con la excusa de que estaba en posesión de armas prohibidas de destrucción masiva. Las fronteras y los aeropuertos están cerrados desde el sábado a las diez de la noche hasta el lunes a las cinco de la mañana.

Estas elecciones legislativas, que tienen lugar después de cuatro años de violencia comunitaria que han dejado ya decenas de miles de muertos, probablemente consagrarán la hegemonía política de los chiítas, que representan a casi el 60% de la población.

Doce coaliciones y 74 partidos se disputan los escaños, pero hay dos listas favoritas: una con una fuerte connotación religiosa chiíta, La Alianza para el Estado de Derecho, del actual primer ministro Nuri Maliki, y la otra considerada laica, el Bloque Iraquí, dirigida por el ex jefe de gobierno Iyad Allawi.

38 MUERTOS

El ruido de las explosiones acompañó a toda la jornada electoral, y el Ministerio de Interior confirmó 38 muertes en atentado, 24 de ellas en un mismo ataque que derribó dos edificios de Bagdad.

SIN TRÁFICO

Durante toda la mañana se impidió el tráfico, para evitar atentados suicidas, y tras el cierre de las urnas se impuso un toque de queda para poder trasladar las papeletas hasta los lugares de recuento.

Requisados hasta los paquetes de tabaco

En un recorrido por varios centros de votación de Bagdad hasta el mediodía se notó escasa afluencia de votantes, buena organización, ausencia de propaganda y, sobre todo, fuertes medidas de seguridad. Pero la vigilancia era distinta según el tamaño del centro electoral. En el de Diyla wa Qeida, cerca del puente que cruza el Tigris y conecta el centro de Bagdad con el resto de la ciudad, había que pasar tres registros corporales y varios más de identificación. Los soldados y policías que estaban a la entrada de ese centro de votación requisaban hasta los paquetes de tabaco, que se apilaban a la entrada y que luego eran recogidos por los ciudadanos después de emitir su voto. Uno de los electores se quejaba de que no podía pasar sin tabaco, anticipando una larga espera, y el soldado se compadeció de él y le dejó llevarse dos cigarrillos.

La vigilancia era tan estricta en ese centro de votación que decomisaban hasta los bolígrafos. «Grábalo en la memoria y luego lo escribes al salir», nos dijo uno de los vigilantes. En cambio, en otro colegio electoral del barrio de Karrada, la vigilancia era menor y los policías sólo registraban el cuerpo de los electores una vez. La ciudad comenzó poco a poco a recuperar el ritmo normal a partir del mediodía, cuando las autoridades permitieron la libre circulación de vehículos. Pero al menos en uno de los controles sólo permitían un mínimo de tres pasajeros, aparentemente para evitar el paso de coches-bomba que suelen ir ocupados por una sola persona. Agustín DE GRACIA - Ali YABURI

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