Infinidad de ocasiones, pero sin concretarse en gol
El merecido premio se hace esperar
Los de Camacho bordaron el fútbol durante muchas fases del envite, pero no fueron eficaces en los metros finales. Ustari, el travesaño y las imprecisiones evitaron que los rojillos se reencontraran con el triunfo frente al Getafe, quien también dispuso de oportunidades.
OSASUNA 0
GETAFE 0
Natxo MATXIN
Ni Osasuna ni Getafe supieron virar su reciente trayectoria. Cuatro partidos suman ya los rojillos sin ganar, ampliados a seis en el caso de los azulones. Con esos preámbulos cabía suponer que el empate iba a ser el resultado más previsible, como así se confirmó finalmente, pero el devenir del choque tuvo de todo, menos merecer que finalizara con una raquítica igualada a cero.
No será por ocasiones. Las hubo y a montones, especialmente por el lado local. Todavía se estarán preguntando algunos aficionados cómo ninguna de las numerosas oportunidades que se generaron acabó en las redes del rival. Esa falta de puntería explica en parte el por qué de la última racha negativa de los de Camacho, con dos puntos sumados de doce posibles.
Eso sí, la escuadra navarra sigue en la línea del juego de kilates, de tratar bien la pelota e intercambiar la triangulación con el juego directo, en función de las circunstancias. No fueron pocas las fases en las que Osasuna le dio sopas con onda a un oponente que destaca precisamente por manejar el cuero a su antojo.
Lo insólito es que ello no se tradujera en tres puntos más para el zurrón. La explicación, obvia y sencilla, es que los rojillos no fueron tan precisos en los últimos metros como cuando se empeñaron en mover la pelota en otras partes del terreno de juego. Eso y que cuando el remate fue con la suficiente intención como para dar una alegría a la parroquia, ahí estuvo Ustari para ganarse el sueldo.
El dato, demoledor. Hasta en 27 oportunidades los de Camacho remataron con mayor o menor fortuna. La más cercana se fue al travesaño y otras siete fueron desbaratadas por el meta argentino. Había confección, había llegada, pero faltaba pegada. Y sin esta última condición, lo máximo a que se puede aspirar es a empatar y confiar en que tu enemigo deportivo no tenga la suerte de cara que a ti te falta para que te la pueda enchufar en el último instante. Seguro que no serían pocos los que tuvieron el corazón en un puño cuando Parejo ejecutó una falta al borde del área con el tiempo ya prácticamente cumplido.
Pero antes de ello, Osasuna lo estaba bordando. Como muestra, el botón del minuto 19 que acabó con un Camuñas adelantándose a su defensor en una jugada que pasó por los pies de varios futbolistas rojillos sin que el Getafe la oliera. Era sólo el preámbulo de lo que se avecinaba después de que los jugadores pasaran por vestuarios.
Diez minutos, ocho ocasiones
No fue una salida en tromba al uso, sino que a los navarros le costó un cuarto de hora volver a tomarle la medida al encuentro. Pero fue de tal calibre la intensidad que le pusieron entre el 59 y el 69 que se pudieron contabilizar hasta ocho lances con peligro en tan corto espacio de tiempo, prácticamente uno por minuto disputado. Paradójicamente, el Getafe pudo adelantarse con un remate de cabeza de Soldado al palo en un impasse de las ocasiones locales.
Era un ritmo frenético, de ametralladora, pero el objetivo no caía. Fueron los momentos claves del partido, donde Osasuna pudo dejarlo sentenciado, pero no supo. Algunos de sus hombres dispusieron de ocasiones incluso por partida doble. Fue el caso de Camuñas, Pandiani o Vadocz. Curioso el caso del húngaro, ha pasado del ostracismo a resultar imprescindible en las labores de llevar la manija del equipo. Si hubiera estado algo más preciso y contundente en sus acometidas, su nota hubiera sido de sobresaliente. Hasta en cinco lances diferentes tuvo el 1-0 en sus botas, pero pecó de tibieza rematadora o afán preciosista.
Fue el paradigma llevado al extremo de lo que ayer aconteció en El Sadar. Un once que se gusta cuando tiene la pelota, pero al que el fútbol no le recompensa de momento con el dulce sabor de la victoria. Esa injusticia no debe ser razón suficiente para variar la dinámica; de ese nivel de juego llegarán triunfos. Tiempo al tiempo.
El agridulce empate contra el Getafe trajo consigo como principal nota positiva que la diferencia respecto al descenso se amplió un punto. Las derrotas de Valladolid y Tenerife permiten que Osasuna vea la línea de la quema a una tranquilizadora distancia de once puntos.
El técnico rojillo, José Antonio Camacho, achacó a la suerte el que su equipo no hubiera podido sacar adelante los tres puntos. «No estoy teniendo fortuna desde que llegué a Osasuna, todavía estoy esperando a un partido que consigamos ganarlo sin hacer méritos para ello y en el que influya la suerte», aseguró.
En este sentido, el preparador murciano se quejó de que «en los dos últimos encuentros hemos conseguido muy poca renta para el fútbol que hemos creado». «Mi obligación como entrenador es que el equipo haga ocasiones, luego ya meterlas es lo difícil. En cualquier caso, ya se lo comenté a ellos, que si seguimos jugando así tendremos más alegrías que tristezas», añadió.
Con esa satisfacción por el deber cumplido aunque no se traduzca en el casillero, Camacho resaltó que los suyos habían tenido «alegría, decisión y fútbol» e incluso repitió una de sus consabidas opiniones respecto a que el rival siempre cambia su forma de jugar cuando se mide a Osasuna. «Ha habido un momento en el que los hemos acorralado», reafirmó.
Por su parte, el míster getafense, Michel, no vio un dominio tan claro por parte rojilla. «Creo que ha sido alterno e incluso en los últimos minutos hemos podido hacerles mucho daño», contrapuso. Sí que admitió que el juego de la escuadra navarra «nos complica mucho la vida en la tarea de combinar, el buen funcionamiento de Pandiani y las bandas nos ha molestado bastante».
Tras calificar el resultado como «bueno e interesante» de cara a reforzar la moral de los suyos, justificó los cambios habidos en el once «porque hay que buscar soluciones en la plantilla para demostrar que la gente está enganchada y así conseguiremos nuestro objetivo». N.M.
Bonito detalle el que tuvo Soldado con la hinchada rojilla a la finalización del choque. Antes de retirarse a vestuarios, el ariete valenciano lanzó su camiseta a los hinchas de Graderío Sur, quienes le bautizaron como «Gudari» durante la campaña que estuvo en Osasuna.
No pudo celebrarlo con un triunfo, pero Natxo Monreal ya puede considerarse un jugador asentado en Primera. Lo confirman sus cien primeros partidos en la máxima categoría después de que debutara en la temporada 2006-07 de la mano de Cuco Ziganda.
Después de cuatro jornadas consecutivas sumando triples, Osasuna ha entrado en un bache de resultados y suma otras tantas semanas sin conocer la victoria. De los 12 puntos posibles que ha disputado frente a Sevilla, Valladolid, Sporting y Getafe sólo ha sumado dos.