
S� hay alternativas en cuesti�n de pensiones
Las declaraciones de ayer del ministro de Trabajo espa�ol, Celestino Corbacho, recomendando a los trabajadores y trabajadoras contratar planes de pensiones privados para complementar las pensiones son un aut�ntico esc�ndalo. Uno m�s de una larga cadena de desprop�sitos en este contexto de crisis sist�mica en la que los responsables de la misma siguen guiando las pol�ticas p�blicas. Uno m�s dentro de la deriva del centro-izquierda europeo. Que quien deber�a preocuparse de garantizar el bienestar de la ciudadan�a y en concreto de implementar unas condiciones de vida dignas para la clase trabajadora admita sin pudor que no es capaz de hacerlo es grave. Que adem�s promueva a quienes se enriquecen a costa de su reconocida incapacidad es a�n m�s grave.
En este terreno, se puede y se debe defender en t�rminos ideol�gicos y pol�ticos que las pensiones deber�an estar de por s� garantizadas por el Estado dentro de un sistema fiscal progresivo y progresista. Es m�s, los trabajadores y sus representantes pol�ticos y sindicales no deber�an en ning�n caso rendir ese fuerte. Con la misma vehemencia se debe plantear que las situaciones de exclusi�n social no pueden ser consideradas parte end�mica y estructural de sistema socioecon�mico y que las pensiones no pueden, adem�s, propiciar ese tipo de situaciones de exclusi�n, tal y como ocurre actualmente con los sectores sociales m�s desfavorecidos.
Pero una vez establecidos estos principios, se debe aclarar que existen otro tipo de alternativas desde la aceptaci�n de la virtualidad del ahorro dom�stico. Los planes de pensiones privados existen porque son rentables. No hay otra raz�n y no existe otra explicaci�n. Si no lo fuesen, las entidades financieras que los comercializan no lo har�an, porque su misi�n es ganar dinero. El Estado y las administraciones podr�an promover sus propios planes de complementaci�n de pensiones p�blicos que resulten doblemente rentables, tanto por su valor particular como por su valor p�blico y social. El problema es que el modelo actual deja lo rentable para el sector privado y lo deficitario para el p�blico. Asumir ese dogma es lo realmente escandaloso.