El manto de silencio que se extiende entre los medios de comunicación en relación al «caso Anza» es mucho más que sospechoso. Es, cuando menos, cómplice. Pero también entre los que hablan se puede percibir con claridad la pátina del cinismo. Lean, sin ir más lejos, el editorial de ayer en «Diario de Noticias».

Según el editorialista, la aparición del cuerpo de Jon Anza «ha generado un lógico revuelo» porque, además, «muchos son los interrogantes que ni la fiscal ni la Policía francesa ni los responsables del hospital de Toulouse son capaces de aclarar». Hasta ahí un resumen de la realidad más objetiva.

Por todo lo anterior, el editorialista de «Diario de Noticias» hace hincapié en que «es urgente y necesaria una explicación completa, veraz, creíble y documentada de lo que ha ocurrido en estos diez meses. Para ello, es innegable que se precisa la puesta en marcha de forma inmediata de una investigación exhaustiva, objetiva e independiente que dé respuesta a todas las dudas del caso». Es, ni más ni menos, lo que la familia de Anza viene exigiendo desde hace casi un año.

Y en ese plan de afectado interés, el editorialista sentencia que «el caso no se puede despachar con el silencio del Ejecutivo y de los medios de comunicación españoles». Y sin tadar más, por fin enseña la patita por debajo de la puerta: «ni tampoco con el alarmismo y la irresponsabilidad de la izquierda abertzale cuando afirma de forma tajante y sin pruebas que las fuerzas de seguridad `secuestraron, torturaron y mataron' al militante de ETA. Si fuera así, sería, desde luego, gravísimo y habría que exigir las responsabilidades incluso penales a que diera lugar, pero no es una actitud responsable acusar sin datos acreditados».

Lo que olvida el editorialista, consciente o inconscientemente, es que si el caso no ha sido archivado y enterrado bajo una losa es, precisamente, por la denuncia constante de la izquierda abertzale. Desde el primer día y hasta hoy mismo. Los que han callado tanto y durante tanto tiempo no están ahora legitimados para dar lecciones de ninguna clase a los demás.