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Jon Anza aparece muerto en Toulouse

El hospital avisó hasta tres veces a Policía y Fiscalía antes de que Jon Anza muriera

La procuradora de Baiona anunciaba ayer una decisión que hace cuatro días le parecía implanteable. Cederá el caso a un juez de instrucción. La noticia llegaba a unas horas de que el Hospital Purpan la dejara sin argumentos.

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Maite UBIRIA | BAIONA

La procuradora de Baiona convocaba ayer tarde a los medios de comunicación, en su segunda comparecencia pública relativa al «caso Anza» en el plazo de 72 horas. Esta vez con el motivo mayor de dar cuenta de los resultados preliminares de la autopsia practicada, en la mañana de ayer en Toulouse, al cuerpo del militante vasco.

Sin embargo, la comparecencia daba paso a otros dos anuncios fuertes cuyos motivos reales no eran fáciles de entender. No hasta que ya entrada la noche un comunicado del Hospital Purpan arrojara algo más de luz.

A las 17.30, la procuradora informaba de que los forenses no han hallado en el cuerpo de Jon signos de violencia externa ni hemorragia cerebral y que su muerte se debió a un paro neuro-cardiaco-pulmonar seguido de un colapso polivisceral.

La fiscal se refería también al avanzado grado de descomposición del cadáver para atribuirlo a las «malas condiciones de conservación y al largo periodo en que ha permanecido en la morgue» del Hospital Purpan.

La procuradora Kayanakis explicaba que los resultados definitivos de la autopsia se conocerán la semana próxima, cuando se disponga de los resultados de los análisis biológicos solicitados por los expertos forenses.

Tras dar cuenta de esa información, la procuradora abría finalmente la puerta, si no a una segunda autopsia, tal como demanda la familia, sí al menos a la práctica de «una serie de pruebas o análisis suplementarios y a la verificación del trabajo de los expertos forenses».

Era el primer anuncio inesperado, a la vista de la firmeza expresada el viernes por la fiscal y a la sucesión de trabas con las que se está encontrando la familia Anza, primero para proceder a la simple identificación visual del cadáver, y después para que un médico de su confianza pueda participar en la autopsia.

Ahora sí, paso al juez

El segundo anuncio sorpresivo, todavía de más calado, era el de la cesión por la fiscal del caso Anza a un juez de instrucción.

Pese a las múltiples solicitudes en ese sentido de la familia, Kayanakis se ha negado a ceder a un juez independiente un caso que ha sufrido un giro inesperado para la fiscal de Baiona tras la aparición del cuerpo del militante vasco en la morgue del Hospital Purpan de Toulouse.

¿Qué ha cambiado para que ahora sí deje usted el caso a un juez?, le preguntaba ayer GARA a la fiscal Kayanakis. Y es que el mismo viernes, cuando este medio le preguntaba sobre las responsabilidades a asumir por lo sucedido en el caso, Anne Kayanakis afirmaba con rotundidad que «no encuentro motivo alguno para no seguir al frente de esta investigación, ahora para aclarar las circunstancias en que murió Jon Anza».

Kayanakis no contestó con claridad a la pregunta sobre su repentino cambio de actitud. Se escudó en la «progresiva complejidad del caso», aludiendo a que la autopsia, entre otras diligencias, se puede demorar en el tiempo y obligar a emplear nuevos medios y esfuerzos.

Insistía después Kayanakis en que lo importante ahora es «actuar con diligencia para determinar qué pasó con Jon Anza» entre el 18 de abril, en que llegó a Toulouse, y el 29 de abril en el que fue localizado en muy mal estado de salud en el parque de la avenida Estrasburgo por la Policía Municipal.

Finalmente aludía a la necesidad de «recuperar el crédito» de la institución a la que representa, y de «no dejar sombras de sospecha» en el caso Anza.

Ante el requerimiento de los medios de comunicación, la fiscal Kayanakis afirmaba que estaba ya en marcha la «reconstrucción de los hechos», para saber «en qué eslabón se rompió la cadena» provocando «el fracaso evidente» de la investigación que ella ha dirigido.

Nuevamente, la fiscal volvía a atribuir a una «cadena de errores» que habrían provocado que durante diez meses se guardara el cuerpo de Anza en la morgue del hospital Purpan de Toulouse «sin que las demandas de identificación de nuestra parte, y los trámites del hospital se cruzaran, permitiendo así la identificación».

Se rompió el silencio

Las palabras de Kayanakis te- nían, ya entrada la noche, un efecto bumerán. Efectivamente, había aludido durante su comparecencia de prensa al «gran tamaño» de dicho hospital para situar, una vez más, la sospecha de la culpa sobre el «cortocircuito» producido en la identificación del militante de ETA en una supuesta negligencia de los servicios administrativos del Hospital Purpan.

Sin embargo, en la primera reacción tras las acusaciones larvadas hacia ese servicio, el Hospital Purpan emitía a las 20.30 un comunicado público en el que afirma de manera taxativa que sus responsables comunicaron a la Policía, el 30 de abril de 2009, que la víspera había ingresado en el centro hospitalario occitano una persona de la que se desconocía su identidad.

Habida cuenta del agravamiento del estado del paciente, la dirección del Purpan se puso en contacto con el procurador de Toulouse, el 4 de mayo, para insistir en la dificultad que encontraba para localizar a los allegados de esta persona.

En vista de que esas demandas no daban resultado, el 7 de mayo, el mismo centro sanitario remitió una ficha completa con la descripción de Jon Anza a la oficina encargada de la búsqueda de personas desaparecidas.

La revelación llega cuatro días después de que se conociera que Anza había ingresado el 29 de abril de 2009 en el Purpan y fallecido en el mismo centro hospitalario el 11 de mayo del mismo año sin que los esfuerzos de su familia por encontrarlo, primero, y después las «intensas pesquisas» -en palabras de Kayanakis- de la Policía Judicial permitieran localizar al ex preso político vasco.

En apenas tres horas, el anuncio del Purpan provocaba un giro clave en el caso Anza que, dada su magnitud, no podía ser ajeno al conocimiento de la procuradora. A la espera de lo que ocurra en próximas horas, algo está claro: el silencio se ha roto y Kayanakis ha huido del caso.

autopsia

La autopsia descarta una causa externa en la muerte de Jon Anza, y señala que se debió a un fallo cardio-respiratorio y un colapso de otros órganos vitales. Sobre la petición de la familia, no se ha autorizado abiertamente una segunda autopsia, pero Kayanakis no se cierra a practicar nuevos análisis y a la verificación del trabajo de los forenses.

La Policía de Baiona interrogó el viernes a personal del Purpan

El diario tolosano «ladepeche.fr» informó el pasado sábado de que agentes de la Policía Judicial (PJ) de Baiona habían interrogado a personal del hospital Purpan, entre ellos a un responsable de Enfermería. El mismo medio añadía que, según sus informaciones, la Policía de Toulouse no fue informada en su día por el hospital de que un hombre que no portaba documentación que permitiera identificarlo había muerto el 11 de mayo en sus instalaciones.

Por su parte, «Le Monde» concretó que el hospital de Purpan respondió el 4 de junio a la requisitoria emitida desde Baiona para comprobar si alguna persona que respondiera a las características de Jon Anza había sido ingresado en el centro. Según recoge la versión oficial, la respuesta fue negativa. La mayoría de los medios franceses se preguntan, sin que hasta ahora hayan dado con la respuesta, cómo pudo ocurrir que el cuerpo de una persona fuera «olvidado» en la morgue durante diez meses.

Purpan dispone de 736 camas, por debajo del millar que tiene Cruces y las 1.100 del Hospital Donostia. GARA

Mutismo tras revelarse que guardias civiles huyeron de Toulouse esos días

Para la procuradora Anne Kayanakis, la precipitada marcha de un grupo de guardia civiles de un hotel de Toulouse, abandonando tras de sí dos pistolas, «no guarda objetivamente relación con el caso Anza» y es un incidente que hay que enmarcar «en la presencia constante y normal en suelo francés de agentes españoles especializados en la lucha antiterrorista».

La fiscal ha matizado la fecha dada en su información por el diario «El Mundo» para situar la escapada de los militares españoles en el 20 de mayo de 2009. Los periodistas le han recordado que ella misma lanzó la investigación sobre la desaparición apenas dos días antes de esa fecha. La procuradora, que podría estar viviendo sus últimas horas al frente del «caso Anza», responde que «ese suceso» tuvo lugar cuando el militante donostiarra «llevaba ya unos diez días muerto».

Por ello, no pedirá que se investigue un incidente del cual no tuvo conocimiento hasta el mes pasado, cuando la Policía le preguntó si el suceso era relevante a la vista de la investigación que dirige sobre el «caso Anza», a lo que Kayanakis respondió negativamente.

La huida de los guardias civiles no había trascendido hasta ahora, pero ayer fue revelada en ``El Mundo'', bajo el título: «Guardias civiles olvidan sus pistolas en Toulouse». Se asegura que en coincidencia temporal con la difusión de la desaparición de Anza, «un grupo de guardias civiles salió de forma precipitada del aparthotel Adagio, en Toulouse, y se dejaron olvidadas dos pistolas debajo del colchón de su habituación».

Siempre según esta fuente, la Guardia Civil no notificó esta aparente fuga precipitada a las autoridades francesas. La fiscal Kayanakis y el comisario Leonard no se enteraron hasta febrero.

La noticia incluye otros aspectos relevantes, como la confirmación de que la Guardia Civil conocía que Anza militaba en ETA al haber hallado sus huellas en el zulo de Senpere, un dato del que dio cuenta la organización armada en su día y que siempre ha sido negado por el ministro de Interior español. Alfredo Pérez Rubalcaba sostiene que hasta que ETA no reconoció su militancia, las FSE no sabían nada.

Pese a la evidente importancia de este episodio -que en el menor de los casos confirma que había guardias civiles armados en Toulouse en esos días y que tuvieron que salir rápidamente tras trascender el hecho por un motivo inexplicado-, el Gobierno español mantuvo ayer su mutismo absoluto. Según algunas fuentes, Rubalcaba ha afirmado en privado que no piensa hacer ningún tipo de declaración sobre el caso de Anza, después de que su tesis se viniera abajo. La práctica totalidad de los medios de comunicación tampoco se hicieron eco del asunto.

``El Mundo'' muestra tener muchos datos sobre el incidente, ya que explica que las dos pistolas fueron halladas debajo del colchón por una empleada de la limpieza, y que los guardias civiles -su número no se precisa- se habían inscrito en el hotel con su nombre real.

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