Osasuna sigue en horas bajas. Ayer desperdició una oportunidad inmejorable para haberle dado un giro a su última negativa racha, pero la desaprovechó de manera sorprendente. Todo se puso a su favor y, sin embargo, los rojillos regresaron a Iruñea nuevamente de vacío. Otra vez un detalle en el último tramo del encuentro decantó la balanza del lado del rival.

En esta ocasión ni siquiera se pudo salvar la imagen, la escuadra navarra incluso fue temerosa cuando no era el momento y el Atlético de Madrid fue fiel a la estadística que asegura que siempre ha ganado cuando juega los lunes, un día de la semana por cierto bastante poco futbolero. Los colorados necesitan un giro de timón y rápido.

Y eso que Osasuna comenzó bien plantado, aunque cediendo la iniciativa al rival. No en vano, Sergio recordó entre semana que no había que caer en la trampa de generar huecos por tener el balón y sólo hicieron falta doce minutos para ser conscientes de ello.

De la primera llegada rojilla -un disparo del motivado Masoud desde el vértice del área- se obtuvo un corner y los de Camacho no supieron cerrarlo. La contra colchonera a punto estuvo de ser mortal. Ricardo sacó un balón muy complicado a disparo de Jurado, quien culminó así la réplica local.

Fue como un latigazo para la escuadra navarra, pues a partir de ese momento se decidió por atacar más a la pelota y presionar la salida madrileña. El cuero pasó entonces a ser controlado por el lado osasunista, con coladas interesantes por ambos carriles de Juanfran y Masoud, sin fruto por su errada finalización en el envío al área.

Paradojas del fútbol, fueron los anfitriones quienes dispusieron de la mejor ocasión durante esta buena fase de juego de los ayer verdinegros. Los de Camacho no conseguían cerrar defensivamente las jugadas a balón parado del oponente y los saques de esquina fueron el paradigma más claro. En balones aéreos se sufría y en uno de ellos a punto estuvo de dar un disgusto el ex rojillo Antonio López, pero su cabezazo lo picó tanto que acabó marchándose por la línea de fondo.

Pasado el susto, las aguas volvieron a su cauce y el envite entró en un periodo de indecisiones por ambos bandos, pérdidas continuas de balón y muchas imprecisiones. En cualquier caso, el tiempo corría a favor de Osasuna, pues el desangelado Vicente Calderón comenzaba a ponerse nervioso y lo manifestaba con sus primeros pitidos.

Fue en ese intervalo en el que se hizo patente el malestar del público cuando los uruguayos se dejaron notar. Forlán cogió una pelota suelta en tres cuartos y puso en práctica su especialidad, el disparo seco desde el borde del área, pero su envío fue a parar a las manos de Ricardo. La réplica de Pandiani fue en el siguiente lance, el pichichi rojillo también lo intentó desde lejos, pero con igual fortuna.

A partir de ahí, los minutos previos a la marcha a vestuarios fueron los más complicados para Osasuna. El Atlético adelantó líneas, presionó mucho más arriba y a los de Camacho les costaba salir con el balón desde atrás, lo que, unido a alguna que otra laguna defensiva, espoleó a los de Quique Sánchez Flores. El descanso llegó en el mejor momento.

Tarjeta casi por minuto

Se enmarañó el choque en el inicio de la segunda parte. La escuadra colchonera salió con parecido ímpetu, pero no había gasolina tras haber jugado entre semana competición europea. La parca arrancada colchonera dio paso al continuo reparto de golpes y no precisamente eufemísticos. El choque se volvió más intenso, las entradas se sucedieron y las amarillas se contabilizaban a cada minuto.

Osasuna salió mejor parado de esa lluvia de amonestaciones, pues se encontró sin proponérselo con superioridad numérica y media hora por delante para forzar el llevarse los tres puntos, después de que Simao prácticamente se autoexpulsara. La cosa pintaba bien, pero con precauciones, pues encuentros así son en los que el Atlético se mueve como pez en el agua y enfrente, los rojillos.

Dicho y hecho. Los de Camacho sólo consiguieron generar un gran disparo de Vadocz abortado por De Gea -el mejor sobre el campo- y se acabaron poniendo la puntilla cuando permitieron a Jurado poner el destello individual desequilibrante. Un gran disparo a la escuadra. El cancerbero colchonero le sacó otra a Galán y ahí se acabó el choque. Resta y sigue.