Raimundo Fitero
Un directo
En «El intermedio» quisieron dejar fehacientemente constancia de que es un programa en directo y cogieron a una de sus colaboradoras, la mandaron con la ya casi famosa limusina a buscar a José Mota, se pasaron por un bar para comprar unas botellas de güisqui y lo transportaron al plató para que cerrara el programa. La entrega de un martes en el que las cadenas veinticuatro horas dedicaron bastante espacio a retransmitir una sesión parlamentaria en la que se debatía sobre si eran galgos o podencos, o sea, con Iva o sin Iva, pero con la crisis básica sin tocar.
Los acontecimientos deportivos, estas sesiones parlamentarias que empiezan a no ser furtivas, los noticiarios en un porcentaje elevado, son de las pocas cosas que suceden en directo en nuestro electrodoméstico esencial. Bueno y las galas de GH, y algunas otras cosas más al suelto, como los programas del salchichón y otras vísceras porque lo otro, muchos de los programas diarios se hacen en falso directo; es decir, se graban como si fueran en directo, pero todo o gran parte del programa está grabado para la hora que se emite. Es una técnica antigua, una manera de asegurarse la continuidad, de estar precavidos ante situaciones imprevisibles, pero sirve también para aprovechar restos de serie, cortar secciones sobre la marcha si las circunstancias lo requieren y otras cuestiones diversas que hacen que se agencien una cierta tranquilidad.
Wyoming comienza todas las tardes-noches dando la hora, que es una certificación de su directo, pero después hay muchos minutos pregrabados, algunos obvios, que saltan a la vista y otros no tan claros. A lo que íbamos es que en ese especial de reivindicación del directo y de las posibilidades de tener conexiones constantes en el viaje por Madrid llegó José Mota al plató y quiso ser más gracioso que nadie. Era algo pactado, obviamente, se metió con el presentador diciéndole que mejor se fuera, pero lo hizo con ese tono reiterativo de todas sus intervenciones, con ese juego del lenguaje que puede tener destellos de unos segundos, pero que el resto es aburrimiento. Es una figura de la televisión y se dejó abrazar por los amigos. En riguroso directo.