Maite SOROA | msoroa@gara.net
Silencio por ley
Hay ocasiones en las que se hace más evidente que nunca que la sentencia está dictada y lo que resta es esperar a que suceda algo que se pueda presentar como prueba.
Le sucedió ayer al editorialista de «La Razón», que lanzaba tan esperpéntico mensaje como el que sigue: «El asesinato ayer de un policía galo en Francia, cometido por un presunto miembro de ETA cuando los gendarmes iban a detenerle, pone de manifiesto que la muerte del etarra Jon Anza ha servido de reclamo para que el entramado terrorista se reactive». ¿Entienden algo?
Y sigue el tío con su afición a mezclar churras con merinas: «La maquinaria propagandística puesta en marcha por la banda al servicio de una teoría de la conspiración en la que las policías española y francesa eran las culpables de la muerte del terrorista, con permiso incluido para disparar contra los gendarmes, tuvo ayer su primer golpe de efecto en la localidad francesa de Dammarie-lès-Lys». ¿Qué tendrá que ver lo uno con lo otro?, se preguntarán. Pues nada. La verdad es que nada, pero al de «La Razón» le parece suficiente para construir su película.
Y a partir de ahí se prepara para la traca final: «Era de esperar que ETA y su brazo político, en una situación de extrema debilidad, y necesitados de excusas que espolearan a su militancia, reactivara su maquinaria. No ha sido la primera vez, ni será la última, porque la lucha antiterrorista está trufada de estas tergiversaciones para consumo interno de la banda. Más sorprendente, aunque igualmente indignante, es que el PNV o EB se hayan prestado a dar pábulo a la teoría de la conspiración con intervenciones tan lamentables como la del presidente peneuvista Íñigo Urkullu, que habló de las `zonas oscuras' que plantea el caso». Oscuras dice...
Pero todo es para llegar aquí: «La decisión de Rubalcaba de iniciar acciones legales contra los que han acusado a los agentes de `torturar o enterrar' a Jon Anza supone una respuesta tan necesaria como justa. (...) El éxito de la lucha antiterrorista pasa no sólo por la detención de `comandos', sino también por que la democracia sea capaz de defender su honorabilidad en los tribunales contra los asesinos y sus seguidores». O sea, que de lo que se trata es de que nadie diga ni pío. Ya lo sabía yo.