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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La mala cabeza de Francia

En estos días en que tantos políticos y periodistas se deshacen en elogios al amigo francés, no falta quien desnuda la fobia histórica del nacionalismo español a los franceses («gabachos» les llaman desde 1808).

María Luisa García Franco, que ha pasado de «Abc» a «La Gaceta», escribía ayer sin reparos que «después de que ETA haya asesinado por primera vez en su historia criminal a un policía francés, convendría recordar que durante demasiados años ETA fue para Francia un problema español. Ahora el país vecino colabora activamente con las fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles». Y la columnista se felicita por esa colaboración gala, «pero sin dejar de ser conscientes de las consecuencias de los errores del pasado. ETA debe probablemente su pervivencia a las decisiones políticas de sucesivos Gobiernos franceses, que miraron para otro lado mientras en su territorio no sólo se establecían en la clandestinidad las cúpulas de la banda terrorista, sino que casi se podía preguntar en la calle dónde se podía contactar con los terroristas para pagar el impuesto revolucionario». Perciben un cierto tono vengativo, ¿verdad?

Y como aquélla que se regodea en la desgracia ajena y le reprocha su imprudencia, García Franco sentencia: «Creo que se equivoca Rodríguez Zapatero al afirmar que `Francia ha pagado un alto precio por su ayuda contra ETA', ya que lo que le ha pasado factura al país vecino es haber dejado que la banda creciera y se desarrollara en su territorio». O sea, ahora te chinchas. O algo parecido.

Tras recordar que «hace 10 meses otros pistoleros también dispararon contra policías franceses al ser sorprendidos en pleno robo y en la última década cinco agentes galos fueron heridos de bala en parecidas circunstancias», insiste García Franco en que todo ha sido por la mala cabeza de los mandamases franceses: «Tras varios tiroteos, ha habido un muerto. Sería más acertado que Zapatero hablara del precio de mirar hacia otro lado cuando los terroristas que actúan en un país se instalan en otro -y que Venezuela tome nota-, en lugar de lanzar a los cuatro vientos que colaborar con España en la lucha contra ETA puede resultar muy caro». Ella sabrá por qué lo dice.

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