Floren Aoiz www.elomendia.com
Avanti toda
Sólo la izquierda abertzale es capaz de realizar sacrificios gigantescos, reinventarse a sí misma y reafirmar que lo importante son los objetivos y la coherencia en la defensa de un proyecto político
Aunque no soy marinero, sé que mantener el rumbo de un barco es más difícil en medio de la tormenta que en plena quietud. Es precisamente en medio del temporal cuando se precisa sujetar con más firmeza y acierto el timón, manteniendo el control sobre la nave. Interactuando con la olas y el viento, unas veces de frente, otras evitando impactos innecesarios y/o peligrosos. Sin dejarse llevar por el espanto, sin cejar pese a la fatiga. Con la cabeza fría y los sentidos despiertos.
No creo que en estos momentos la izquierda abertzale quiera ni pueda permitirse vacilar un solo segundo frente al timón. Las tormentas no la pueden pillar por sorpresa, pues siempre ha tenido que sortearlas. El barco crujirá, lo ha hecho muchas veces, hasta puede que se abra alguna vía de agua: una cosa es atravesar con éxito la zona de arrecifes y otra hacerlo sin un rasguño. Pero el rumbo ha sido marcado con serenidad y con mucha determinación y hay mucha gente con los dedos cruzados, esperando que se mantenga pese a todas las dificultades.
Este viaje no ha sido fruto de una juerga tabernaria o un calentón, sino de una larga reflexión sobre los mapas del conflicto, tras calcular y tantear todas las opciones. Es una apuesta arriesgada, que obliga a surcar mares procelosos, pero hay condiciones para llevarlo a buen puerto.
Posiblemente en este país nunca tanta gente ha participado en una decisión como la que la izquierda abertzale ha tomado, y esto obliga a quienes están en el puente de mando a demostrar tanta pericia como firmeza. No van a faltar manos para que la embarcación responda al desafío, pero es preciso que el timón haga su función en todos y cada uno de los momentos.
El barco ha zarpado en esta nueva singladura porque los vientos eran favorables, aprovechando unas condiciones que son fruto de la lucha, el trabajo y el sacrificio de miles de personas durante varias décadas. No se trata de una huida hacia la nada ni de una aventura alocada, sino de un viaje que ha costado mucho preparar. Han sido precisos años para hacer acopio de provisiones y poner a punto la nave, tantas veces torpedeada y saboteada. ¡Cuántas veces se han llevado presos a los mejores tripulantes! Pero el barco ha dejado atrás el puerto y navega, con un ritmo seguro, sin impaciencias.
Es la propia izquierda abertzale la que ha decidido iniciar el viaje y por más que se divisen nubarrones en el horizonte, no creo que echar el ancla sea buena idea. Tampoco parece tener sentido que nadie reme en otra dirección, todo sea dicho. La nave ya no está en el puerto, ni va a volver al muelle. Algo muy importante ha cambiado y este país desea que la izquierda abertzale esté a la altura de lo mucho que se espera de ella. No se puede viajar hacia el pasado, ni siquiera hacia el pasado más cercano. Sólo la izquierda abertzale es capaz de realizar sacrificios gigantescos, reinventarse a sí misma y reafirmar que lo importante son los objetivos y la coherencia en la defensa de un proyecto político.
Como ya he dicho al principio, no soy marinero, pero si alguien me pidiera consejo sobre cómo responder a las complicaciones que han surgido y surgirán en este viaje, no dudaría: avanti toda.