Como los que, en plena ascensión, se quedan a caballo entre dos grupos, al Athletic también le toca mirar hoy hacia adelante y hacia atrás. La desventaja es que, al contrario que los corredores, a los rojiblancos no les interesa unir fuerzas con sus perseguidores para facilitar la caza; la ventaja es, que si hoy hacen sus deberes, es probable que ya sólo tengan que preocuparse del pelotón de cabeza.

La motivación, en ese sentido, sobra por ambos bandos. Porque si los rojiblancos saben que con la victoria pueden dejar a un rival descartado, el Getafe mira a San Mamés como la estación idónea para subirse al tren europeo, teniendo en cuenta que un triundo reduciría a sólo dos puntos su desventaja respecto al Athletic. Pero la motivación también acarreará tensión a ambos lados del terreno de juego. Porque quedan muchos puntos en juego, pero el margen de error es cada vez más reducido. Sobre todo para los azulones, a los que un triunfo engancha, pero una derrota descarta -quedarían ya a ocho puntos del Athletic-; pero también para el propio cuadro bilbaino: Deportivo, Sevilla y, en menor medida, Mallorca, afrontan duelos teóricamente asequibles, con lo que el precio de un tropiezo puede ser doblemente elevado.

Ante un duelo que, por tanto, puede tener su trascendencia, el Athletic se aferra a su media inglesa -dos empates y tres victorias en las cinco últimas jornadas-, a los tres partidos que ha enlazado con la portería a cero y, sobre todo, a su espectacular racha en San Mamés, donde ha sumado cinco triunfos consecutivos. Todo lo contrario de un Getafe que, en otros tantos desplazamientos, apenas ha sido capaz de rascar un solitario punto. Aunque el pasado fin de semana recibió un espaldarazo, en la tabla y en la moral, al golear en Mallorca. Eso sí, en el Alfonso Pérez.

Míchel, además, llega a San Mamés sin dos de sus principales referencias. En el ataque, Roberto Soldado, máximo realizador del equipo con doce dianas y fuera de combate hasta las últimas jornadas tras fracturase el menisco. Y en defensa, el Cata Díaz, baja de última hora al caer lesionado en la última previa al viaje a Bilbo.

Mejor le va en ese sentido a Joaquín Caparrós, que incluso podrá contar con Andoni Iraola, pese a la preocupación que causó su retirada de El Molinón hace una semana. El usurbildarra se ha recuperado, o al menos aguanta, de su tendinopatía en el hombro, y esta tarde será de la partida.

El técnico rojiblanco, de hecho, apostará por el mismo once que se impuso al Valladolid y rozó el triunfo ante el Sporting, y que se confirma como su bloque de referencia. Hasta la convocatoria repite Caparrós, que vuelve a prescindir de Fran Yeste, esta vez por motivos exclusivamente técnicos.

La ilusión

Y es que el utrerano quiere a sus hombres de confianza para un partido «muy importante», que debe permitir «mantener la ilusión», incluso de pelear por la Champions League. «Nadie nos puede decir que somos prepotentes por éso», subrayó Caparrós, recordando que su equipo se encuentra a sólo tres puntos de la cuarta plaza.

Y seguirá, como máximo, a esa distancia, si el Athletic enlaza su sexto triunfo consecutivo en San Mamés. Aunque por encima de las estadísticas, al técnico rojiblanco le importa la victoria «por el efecto que tendría para seguir ilusionando. No quedan ni dos meses de Liga y esos tres puntos reforzarían todos los conceptos del grupo frente a un rival que tiene aspiraciones como las nuestras».

Un Getafe del que destacó el trabajo «de la secretaría técnica y el presidente» para formar un equipo que pelea por «metas impensables hace unos años».

En el intercambio de elogios entre técnicos, Míchel ya se había salido de la tabla. El madrileño ensalzó el ambiente de San Mamés, el espíritu del Athletic, los jugadores rojiblancos y también el trabajo de su homólogo. «¿Cómo es capaz de transmitir su tensión, su sensación, su carácter y no relajarse nunca? Todo eso lo hace muy bien con todos los equipos en los que ha estado. Es perfecto para el Athletic», aseguró.