CRíTICA cine
«Hermanos»
Mikel INSAUSTI
Es extraño lo que pasa con los remakes, que obligan siempre a establecer comparaciones imposibles. El mismo argumento, sin necesidad de cambios, resulta totalmente distinto si es puesto en escena dentro de una producción europea o si es llevado a la pantalla mediante la maquinaria de Hollywood. Y, como a mi me gusta mojarme, diré que en el caso de “Hermanos” me ha gustado más la versión norteamericana. Reconozco que es una particular inclinación que atenta contra la lógica según la cual las imitaciones nunca pueden igualar al original, salvo para las wellesianos convencidos de que el pintor húngaro Elmir De Hory tenía tanto o más talento que los maestros cuyos cuadros falsificaba. Mi problema es que no creo en el movimiento Dogma, y que la danesa Susanne Bier, antes de acabar también rodando en Hollywood “Cosas que perdimos en el fuego”, aplicó una receta formal demasiado encorsetada a un drama que merecía una mayor y desaforada carga emocional.
El irlandés Jim Sheridan, que domina a la perfección la representación de las tensiones familiares desde “En el nombre del padre”, sustituye el gélido intimismo de la cámara en mano dogmática por el calor de hogar, y con ello me refiero al vivo colorido de la fotografía desplegada en los interiores domésticos por Frederick Elmes, que contrasta mucho más con la utilización de las minicámaras digitales para las secuencias bélicas en el terroso paisaje de Afganistán. La diferencia entre el frente y la retaguardia está mucho mejor definida en el remake, que además cuenta con la abismal transformación física y mental del personaje de Tobey Maguire, al que le bastan un par de planos a su regreso en el aeropuerto para expresar que ya no es el mismo. Lo que falla es lo que sigue, porque sólo el cine yanqui puede hacer creer al espectador que ese militar psicópata es recuperable, en un nuevo canto final a favor de la institución familiar como refugio de los males causados en los excombatientes por la política exterior de su país.