Los escándalos de pederastia alcanzan directamente al papa Benedicto XVI
El papa Benedicto XVI, que tantas veces había condenado los «actos atroces» del abuso a menores por parte de religiosos, se vio ayer salpicado de una forma directa en el escándalo de los crecientes casos de pederastia. El diario estadounidense «The New York Times» acusó, citando documentos de los abogados de las víctimas, a Joseph Ratzinger de haber encubierto los abusos a más de 200 niños sordos en una escuela de Wisconsin (al norte de EEUU).
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El papa Benedicto XVI habría encubierto abusos sexuales de un sacerdote estadounidense acusado de haber abusado de 200 niños sordos que concurrían a una escuela de Wisconsin (al norte de EEUU), según documentos obtenidos por el diario «New York Times».
El rotativo, que citaba documentos aportados por los abogados de las víctimas, el entonces cardenal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, no adoptó medidas contra el sacerdote Lawrence C. Murphy, acusado de numerosos abusos sexuales a niños sordos en el Estado de Wisconsin entre los años 1950 y 1974.
Las mismas fuentes apuntaron que Ratzinger habría sido alertado sobre acusaciones contra Murphy por el arzobispo de Wisconsin, quien le habría escrito dos misivas sobre el asunto.
Añade, incluso, que un juicio a puerta cerrada en un tribunal eclesiástico contra Murphy fue detenido después de que éste se lo solicitara porque «quiero vivir el tiempo que me queda en la dignidad de mi sacerdocio». No consta que Ratzinger respondiera, pero Murphy falleció dos años más tarde, en 1998, sin haber sido sancionado.
El Vaticano se apresuró ayer a salir en defensa del Papa alegando que tuvo conocimiento del tema «por primera vez» a «finales de los años 90, más de dos décadas después» de los hechos.
Si bien se refirió al carácter «trágico» de lo sucedido con los niños, «especialmente vulnerables», el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aseguró que las mismas autoridades civiles de EEUU habrían abandonado en la década de los años 70 una investigación sobre Murphy.
«Sugerencia»
«Como el padre Murphy era viejo, tenía mala salud, vivía recluido y no había ninguna información sobre eventuales abusos durante los últimos veinte años, la Congregación de para la Doctrina de la Fe sugirió al arzobispo de Milwaukee que restringiera las actividades del padre Murphy y pidiera al religioso que aceptara la plena responsabilidad por la gravedad de sus actos», agregó. El sacerdote murió sin haber sido nunca juzgado ni sancionado por la Iglesia.
Estas revelaciones se producen mientras a la Iglesia católica se le acumulan los escándalos de abusos encubiertos por su jerarquía en Irlanda, Países Bajos, Suiza, Euskal Herria, Italia, Austria y Alemania, entre otros.
Ratzinger había sido cuestionado anteriormente por la prensa por acoger en 1980 en su diócesis, siendo arzobispo de Munich, a un sacerdote pederasta para seguir un tratamiento.
«Esto es un efecto de bola de nieve: las víctimas ya no tienen vergüenza para hablar de los abusos y la Iglesia tendrá que cambiar radicalmente su actitud, que consistía, ante todo, en evitar el escándalo», comentó el vaticanista Bruno Bartoloni.
Un grupo de víctimas de abusos sexuales en Estados Unidos protestó ayer en la Plaza San Pedro del Vaticano contra la actitud mantenida por la Santa Sede por «ignorar las denuncias» contra los sacerdotes por abusos de menores.
Un día después de que el Papa aceptara la dimisión de otro obispo -monseñor John Magee- implicado en el escándalo de pedofilia en Irlanda, se incrementa la presión entorno al primado de la Iglesia en este país, Sean Brady, en el ojo del huracán por haber silenciado abusos. El descrédito de esta institución religiosa en Irlanda es tal que numerosas voces, incluso entre las familias de las víctimas, exigen una limpieza en su seno.
Brady ya pidió perdón la semana pasada, «avergonzado porque no siempre s defendí los valores que profeso».
Para Patsy McGarry, del religioso «Irish Time», la dimisión de Brady es «irrelevante» porque, de todas formas, ya sería «demasiado tarde» para restaurar la reputación de una Iglesia que «se está hundiendo». GARA