Cualquier actividad que vayamos a realizar en Semana Santa (turismo, mar, montaña...) requiere una cierta planificación. Y una de las cosas que más nos suele preocupar a la hora de hacer planes es saber el tiempo que hará. Así que, año tras año, acostumbramos a hacer la pregunta con una antelación particular.

De la misma manera, estamos acostumbrados a oír decir a los meteorólogos cosas como «Si se cumple lo que los modelos dicen...», tras lo cual nos hablan de las posibilidades de que el tiempo esté más o menos revuelto en esas fechas o de que vayamos a disfrutar de estabilidad.

Pero ¿Qué es realmente un modelo? Ea.

Para que todo esto sea posible es necesario que los diferentes servicios meteorológicos realicen una toma de datos a una misma hora en estaciones meteorológicas, aviones, barcos, satélites, globos sonda... que «retraten» el estado inicial del aire. Y que, posteriormente, esos datos sean procesados por potentes ordenadores mediante operaciones matemáticas basadas en la dinámica de fluidos para calcular lo que ocurrirá con el aire en las siguientes horas.

Estos cálculos pueden hacerse a escala global o para áreas geográficas más limitadas. Al igual que para predicciones a corto plazo (48 horas), medio (hasta 10 días), estacional (hasta 6 meses) o climático (más de 10 años). En cualquier caso, su mayor margen de error va estar relacionado con la toma de los valores iniciales (más o menos correcta y completa) y con el propio comportamiento caótico de la atmósfera.