Pocos saben tanto de las intrigas del poder como Polanski
«El escritor»
A Roman Polanski no le gusta aparecer todos los días en la prensa por asuntos extracinematográficos que coartan su libertad creativa y la mejor manera que ha encontrado para responder a tan injusta situación es haciendo buen cine en forma de intrincado thriller de suspense, lo que le valió ganar con todo merecimiento el Oso de Plata en la Berlinale al Mejor Director.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Es un gustazo poder volver a hablar de Polanski por motivos única y exclusivamente relacionados con su profesión de cineasta y no para denunciar la persecución que sufre a manos de la Justicia norteamericana, que no respeta las fronteras espaciales ni las temporales. Simplemente hay que citar las circunstancias que rodearon a su detención en Suiza para indicar que el cineasta se vió obligado a terminar la película a distancia. Por suerte, el rodaje ya estaba concluido, con lo que el arresto domiciliario le pilló cuando se disponía a encargarse del montaje y la posproducción, que hubo de acometer mediante instrucciones transmitidas desde su residencia invernal en la localidad de Gstaad.
Es importante aclarar este extremo porque «El escritor» es una coproducción europea, cuyos interiores han sido rodados en los estudios Babelsberg de Berlín y, aunque se aprovecharon exteriores alemanes, también se filmaron en Dinamarca o en Londres. La disposición logística se complica aún más debido a que Polanski tiene su base de operaciones en París, con lo que para el buen y normal desarrollo de su trabajo resulta imprescidible moverse libremente por el viejo continente que, no lo olvidemos nunca, es el suyo.
Menos mal que la Berlinale supo apreciar y valorar tales circunstancias, al conceder a Polanski, por «El escritor», el Oso de Plata al Mejor Director. No se trata ni mucho menos de un reconocimiento simbólico o de un apoyo moral, sino de un justo premio a la superación de todas las dificultades a base de oficio y talento. Los grandes cineastas se crecen ante la adversidad, siendo capaces de hacer sus mejores películas cuando se ven en peligro.
Los enviados especiales destacados en Berlín pudieron comprobar que Polanski se esmeró en la adaptación de la novela de Robert Harris, consiguiendo entregar a tiempo un thriller muy elaborado. Ello fue posible gracias a que al cineasta la concentración en el proyecto fílmico que tenía entre manos le permitió aislarse del acoso mediático, en vista de que ni siquiera podía asomarse a la ventana de su casa ante la presencia masiva de la prensa gráfica, mucho más presionante que la propia vigilancia policial.
Bien está lo que bien acaba
«El escritor» ha llegado a buen termino por las ganas que le ha puesto Polanski, que supo reaccionar y no dejarse abatir a causa de sus problemas personales. En más de un momento la película estuvo a punto de irse al traste, sobre todo al principio y debido a los problemas de casting. Roman Polanski consiguió el respaldo estelar de Nicolas Cage, pero el actor de Hollywood se echó atrás y renunció a ser el protagonista alegando que tenía una agenda muy cargada. Todo el mundo sabe las insustanciales comercialadas a las que se dedica el sobrino de Coppola, más si cabe a raíz de su deuda multimillonaria con el fisco, así que cabe suponer que el riesgo de enfrentarse en su país con los instigadores políticos de la reapertura del caso Polanski no le compensaba económicamente.
La baja de Nicolas Cage arrastró consigo a la actriz Tilda Swinton, que es inglesa pero también trabaja en Hollywood, por lo que prefirió no hacer de la esposa del protagonista. Fueron reemplazados rápidamente por Ewan McGregor y Olivia Williams, con lo que, visto lo visto, hemos salido ganando con el cambio.
¿Por qué lo llaman escritor...?
Una vez más toca aclarar el lío del título, con el que los distribuidores se han perdido como de costumbre en la traducción. Ya viene de la edición de la novela en castellano, que fue rebautizada como «El poder en la sombra». Está claro que no se atrevieron con el título original, que es «The Ghost», como tampoco se han atrevido los que han titulado a la película «El escritor». El original hace referencia al término ghost-writer, razón por lo que la versión cinematográfica se llama así en el mercado anglosajón. Ellos entienden por «escritor-fantasma» aquello a lo que en castellano se denomina «negro», y como quiera que esa denominación es considerada hoy en día políticamente incorrecta, se ha preferido prescindir de ella.
Mal que les pese, lo cierto es que el protagonista es un escitor anónimo que trabaja como «negro» al servicio de los famosos de turno que deciden publicar sus memorias o cualquier otro libro que se venda con su nombre. El último encargo que ha recibido consiste en redactar una autobiografía que le ha de dictar el ex primer ministro inglés.
Robert Harris, autor de la novela, nunca ocultó que se había inspirado directamente en Tony Blair, porque no temía que el antiguo mandatario la fuera a prohibir. De hecho, le lanzó un órdago a través de la prensa, diciendo que Tony Blair no era de los que iban censurando lo que se decía sobre él y su implicación en la invasión de Irak, entre otras cosas porque, de hacerlo, se pasaría el resto de su vida poniendo demandas. En definitiva, Robert Harris era consciente de su influencia sobre la opinión pública inglesa y de que las leyes antilibelo del país no serían aplicadas a «The Ghost».
Si bien Harris se basa en un personaje real de mucha trascendencia, son los hechos los que derivan hacia la pura ficción. La intriga mueve el relato, cuyo suspense arranca con el descubrimiento por parte del protagonista de que su predecesor literario fue asesinado. Es entonces cuando toma conciencia de las implicaciones a alto nivel que afectan al libro, alrededor del cual se concentra toda una lucha de poder por controlar la información, sin olvidar datos privados concernientes a la influencia ejercida por la primera dama.
T.O.: «The Gost».
Dirección: Roman Polanski.
Intérpretes: Ewan McGregor,
Pierce Brosnan, Olivia Williams,
Kim Cattrall,
Tom Wilkinson, Elli Wallach.
Fotografía: Pawel Edelman.
Música: Alexandre Desplat.
País: Inglaterra-Alemania, 2010.
Duración: 128 minutos.
Robert Harris, autor de la novela, nunca ocultó que se había inspirado directamente en Tony Blair, porque no temía que el antiguo mandatario la fuera a prohibir. De hecho, le lanzó un órdago a través de la prensa, diciendo que Blair no era de los que iban censurando lo que se decía sobre él y su implicación en Irak.
En más de un momento la película estuvo a punto de irse al traste, sobre todo al principio, y debido a los problemas de casting. Polanski consiguió el respaldo estelar de Nicolas Cage, pero el actor de Hollywood se echó atrás y renunció a ser el protagonista alegando que tenía una agenda muy cargada.
Antes de descubrir el filón de la novela histórica, Robert Harris comenzó escribiendo libros de no ficción como extensión de su trabajo periodístico. En los 80 le tocó investigar los conflictos de su tiempo, y por eso se ocupó a fondo de Margaret Thatcher y de la Guerra de las Malvinas. También entró en el escándalo de los Diarios de Hitler, lo que le llevó a atisbar las posibilidades novelísticas del periodo de la Alemania nazi, y así en la siguiente década surgieron sus éxitos «Patria» y «Enigma», a los que se sumó «El hijo de Stalin», sobre un hipotético intento de vuelta política al sistema soviético.
Pero con la entrada en el nuevo milenio quiso volcarse de lleno en el creciente fenómeno de la novela histórica, yéndose a fijar en la Antigua Roma a la hora de encontrar paralelismos con la actual crisis de la civilización occidental. De esa idea de un mundo abocado al cataclismo nace «Pompeya», a la que sigue la trilogía «Imperium», inspirada en la figura de Cicerón.
La tendencia se rompe con la película «The Ghost» (El poder en la sombra), sobre hechos y personajes recientes.
M.I.
La tercera adaptación de una novela de Robert Harris debería haber sido «Pompeya», una gran producción épica para la que Roman Polanski no encontró la necesaria financiación. Pero al cineasta de origen polaco le sirvió para contactar con el escritor inglés, junto al que prefirió desarrollar el guión cinematográfico de «The Ghost Writer» (El escritor).
Antes de ser llevada al cine, la obra de Harris había sido objeto del interés de la televisión, ya que en 1994 la cadena norteamericana HBO convirtió «Patria» en una serie protagonizada por Rutger Hauer y Miranda Richardson. Respeta el esquema de «ucronía» al plantear lo que habría pasado si Alemania llega a ganar la guerra, algo que ya propuso Philip K. Dick en «El hombre en el castillo».
Siete años más tarde fue Michael Apted quien trasladó a la gran pantalla con un guión del dramaturgo Tom Stoppard «Enigma», una película de espionaje que revela la querencia del autor por el suspense clásico en la línea del maestro cinematográfico Alfred Hitchacock.
M. I.