Los chicos del barrio
«Ajami»
La finalista por Israel al Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa tuvo la mala suerte de competir con las realizaciones de Haneke, Audiard y Camapanella. Su estreno nos va a permitir medir sus verdaderas posibilidades, avaladas en cualquier caso por cinco premios de la Academia su país, además del Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima en Cannes.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Moshe Danon, productor de «Ajami», hizo unas declaraciones muy polémicas durante su estancia en Los Ángeles para asistir a la ceremonia de entrega de los Óscar. Se lamentó de que la Academia de Hollywood no había dado ninguna oportunidad a su película, que quedó como la gran desconocida para la mayoría de miembros con derecho a voto. Les acusó de decantarse por la realización de Campanella porque era más cercana al cine negro norteamericano, aparte de que el argentino ha trabajado allí, por lo que pudo sentirse como en casa.
Debería darse por contento con lo conseguido en el resto del mundo, porque «Ajami» va bien servida de premios internacionales gracias a su éxito en el Festival de Cannes. Y no digamos ya de puertas a dentro, tras triunfar en los premios del cine israelí con cinco estatuillas a Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guión, Mejor Música y Mejor Montaje. Es algo inaudito para una ópera prima, toda vez que supone el debut conjunto en la realización del palestino Scandar Copti y el israelí Yaron Shani.
Multiculturalidad en Jaffa
El título de la película se corresponde con el nombre del barrio más multicultural de Jaffa. En Ajami la mayoría de la población sigue siendo todavía árabe, pero cada vez se asientan allí más judíos, que son de extracción social más alta y se compran casas con vistas al mar. Copti y Shani, dadas sus respectivas procedencias, equilibran fuerzas de cara a dar un punto de vista equidistante sobre las tensiones raciales que viven los jóvenes del lugar, divididos entre musulmanes, judíos y cristianos.
La perspectiva se diversifica por medio de una serie de personajes, cuyas historias se entrecruzan en medio de la violencia cotidiana. El enfoque, al contrario de otras película sobre el conflicto árabe-israelí nunca es político. Las ideologías se dejan a un lado para dar paso al tono documental, pero volcado hacie el thriller de acción, dentro de la actual tendencia impulsada por títulos como la italiana «Gomorra» y seguida por la francesa «Un profeta».
También utiliza actores no profesionales, directamente extraídos de los ambientes de la delincuencia. Son seguidos cámara en mano, según un montaje fragmentado, que ofrece distintos tratanamientos alternativos de un mismo suceso, variando de acuerdo con la visión de cada distinto personaje. Todo ello colabora a enriquecer mucho la percepción que se puede de tener de la realidad en una ciudad como Jaffa, más aún para quienes tenemos la impresión de lo que allí acontece distorsionada por los medios de comunicación occidentales.
El argumento
Las historias cruzadas que se describen parten del drama de un muchacho que vive amenazado. Al tener que defenderse de la venganza de un clan de beduinos procedentes del desierto no le queda otro remedio que comprar la protección de un jefe mafioso, provocando el consiguiente endeudamiento y la necesidad de traficar con droga para obtener fuertes sumas de dinero. Hay otros jovenes, que se ven abocados igualmente a actividades ilegales, si bien cada cual tiene sus motivos.
Está el palestino que trabaja ilegalmente en Jaffa, y que tiene que costear una delicada operación médica a su madre. Del otro bando hay un policía judío marcado por la desaparición de su hermano, un soldado que ha sido víctima de la violencia generada por el conflicto político. No faltan tampoco las relaciones interraciales de pareja con toda la problemática que llevan asociada. De todos modos, a lo largo de las dos horas que dura «Ajami» se pone de manifiesto que el más mínimo incidente puede provocar el estallido de las hostilidades, como un simple malentendido a cuenta de unas cabras, por muy surrealista que pueda parecer.
Dirección: Scandar Copti y Yaron Shani.
Intérpretes: Fouad Habash, Shahir Kabaha, Elias Saba, Nisrine Rihan, Youssef Sahwani, Ibrahim Frege.
Fotografía: Boaz Yehonatan Yacov.
Música: Rabih Boukhari.
País: Israel; 2009.
Duración: 120 minutos.