Poner la otra mejilla fue la única respuesta que el Baskonia acertó a presentar ante el sopapo que se llevó el martes en Moscú. Por si a alguien le quedaban dudas, el Caja Laboral es, hoy por hoy, un equipo incapaz de oponer resistencia a un equipo de primerísimo nivel. La indignación del martes dio paso a una especie de resignación, de asumir que el escalón que los separa de la élite ya no es uno, sino que se está dos o tres pasos por detrás.

Además de echar más sal en las heridas, el partido de ayer no hizo sino aumentar las dudas, porque ayer se comenzó mucho mejor, más enchufados, alcanzando incluso ventajas de ocho puntos en los primeros minutos, pero se mostró incapaz de aguantar el cuerpo a cuerpo.

Y es que, como en casi todos los partidos importantes de esta temporada, el CSKA puso en evidencia todas las carencias de un Baskonia que no ha evolucionado nada y que sigue sin saber a ciencia cierta a lo que juega.

Ya sea por los problemas físicos arrastrados durante la temporada, por no haber acertado en la reconstrucción de la plantilla, por la juventud de ésta o por las carencias tácticas del banquillo, el Baskonia de esta temporada ha llegado sin química ni confianza a la fase decisiva de la temporada y se derrumba ante la primera adversidad seria.

Valoraciones negativas

En este sentido, el Baskonia se presentó en Moscú con su principal baluarte, y único top 5 del equipo -Splitter-, muy mermado; y sólo Teletovic y San Emeterio -Eliyahu ya lo hizo con el partido muy decantado y con la defensa moscovita bajo mínimos-, aportaron en ataque.

Al resto del equipo, mucho más inexperto en estas lides, le quemaba el balón en las manos. En este sentido, cabe destacar que fueron cuatro los jugadores -English (-6), Oleson (-2), Herrmann (-2) y Barac (-1)- que terminaron con valoraciones negativas.

Huertas finalizó con 1, una situación imposible de voltear ante un equipo de la talla del CSKA, con jugadores tan curtidos como Siskaukas, Holden, Langdon o Khryapa, que siempre están ahí cuando se les necesita.

Y eso que el partido tuvo un comienzo muy distinto al del pasado martes. El Baskonia, herido, comenzó defendiendo decentemente, equilibrando su juego al combinar con Tiago Splitter en el interior y provocando incluso un lógico tiempo muerto de Evgeny Pashutin en los primeros minutos del encuentro.

Sin embargo, el CSKA respondió y, sobre todo, al Baskonia se le comenzó a escapar el partido por culpa de sus propios errores. Cuatro pérdidas de sus bases fueron el comienzo del fin. Porque es evidente que al Baskonia le falla la dirección, pero también el rebote, y la solidez, y desde luego la confianza necesaria para afrontar este tipo de partidos. Por ello, apelar a la épica parece de ilusos pero... ¿somos o no del Baskonia?