Mucho se ha hablado del terremoto en Chile. ¿Cómo fue el 27 de febrero en Gulumapu?

Dramático. A esa hora -3.00 de la madrugada-, todos dormían y despertar cuando todo tiembla y se cae es realmente aterrador; más cuando tienes cerca niños que lloran desconsolada- mente. La madrugada se hizo eterna, las comunicaciones se cortaron y no teníamos forma de contactar con nuestra gente.

¿Cómo valora la gestión gubernamental del desastre?

Una gestión mediocre, lenta e ineficiente. Desde el error y el retraso en alertar a la población sobre los tsunami, hasta la tardía asistencia médica. Fue muy mala. Las autoridades se preocupan de mediatizar sus actos intentando convencer de que lo están haciendo bien, pero en la práctica, la gente sufre. He podido constatar sobre el terreno que hay mucha gente afectada que aún no recibe ayuda, especialmente en zonas rurales.

¿Cuál ha sido la actitud del Estado chileno respecto al pueblo mapuche en este desastre?

De indiferencia. No ha tenido ningún trato especial. Tiene una visión homogénea de la sociedad chilena, carece de una visión que destaque la diversidad cultural, política y geográfica.

Alertaron de que el terremoto trajo consigo un recorte de derechos humanos...

Con o sin terremoto, la represión del Gobierno se acrecentará igual. La derecha es especialista en aplicar mano dura a los procesos de movilización social y a los pueblos originarios. Eso ya se nota en los anuncios del actual presidente de dotar en efectivos de carabineros en el territorio ancestral mapuche. Cuando era candidato, ya anunció una segunda pacificación de la Araucanía, recordando el triste pasaje de finales del siglo XIX.

Han recibido ayuda de organizaciones de la sociedad civil. ¿Llega la ayuda oficial?

Ha habido mucha solidaridad por parte de las organizaciones chilenas, muchas de ellas se han coordinado para recolectar ayuda, alimentos y ropa, que ha sido entregada a las comunidades, que han recibido gratamente y han ratificado la falta de apoyo estatal. La ayuda oficial ha llegado, pero con mucha demora e insuficiente.

¿Cómo afronta Gulumapu la reconstrucción?

Tras el reparto de ayuda humanitaria, ahora viene la segunda etapa: entregar las herramientas necesarias para recobrar la capacidad productiva de las familias. Para quienes perdieron sus casas, construiremos viviendas que les permitan cobijarse; estamos trabajando para buscar alternativas y líneas de actuación, siempre con un espíritu colectivo y, por tanto, toda colaboración en ese sentido será bienvenida.

El pueblo mapuche está situado en una zona de alta actividad sísmica, ¿cómo se concibe culturalmente lo sucedido?

Indudablemente, se concibe como una expresión clara de lo potente que es la madre tierra y nos da a entender lo frágiles que somos. Los occidentales o winkas dicen que dios nos castiga, nosotros decimos nuestra madre se comunica con nosotros: la estamos dañando al no cuidarla y contaminarla. Existen megaproyectos empresariales que extraen sus recursos, se construye en lugares equivocados... En fin, maltratamos a la madre.

El terremoto no afectó a la popularidad de la ex presidenta Michelle Bachelet, que se retiró con cotas históricas. ¿Qué balance hace de su legislatura?

Amargo y de gran decepción por el aumento de la violación de derechos en las comunidades y contra sus líderes. El Gobierno es responsable de la muerte de jóvenes y de que éstas hayan quedado impunes. Ha desoído las voces internacionales sobre la excesiva violencia y la aplicación de ley antiterrorista a demandas sociales. Ha criminalizado la demanda mapuche y ha aumentado la cifra de presos políticos. Por todo eso fue pésimo.

¿Cuál es la situación actual de los presos políticos mapuche?

De verdadera miseria. Viven hacinados en celdas pestilentes, con una alimentación pésima, sufren procesos judiciales viciados producto de montajes con pruebas fraudulentas y violación al debido proceso.

La ONU se mostró preocupada y puso en duda la aplicación de la «Ley Antiterrorista».

A muchos prisioneros políticos mapuche se les aplicó la Ley Antiterrorista, que permite el secreto de sumario y deja a los abogados sin posibilidad de realizar una debida y oportuna defensa. Los testigos son secretos y se permiten acusaciones infundadas. Por eso, la ONU, mediante sus órganos de derechos humanos, ha solicitado sendos informes al Estado chileno, pero éste ha respondido de forma insuficiente, la ha dilatado o simplemente no ha respondido.

En plena crisis por el seísmo, Sebastián Piñera asumió la Presidencia del país. ¿Cómo afrontan este cambio de Gobierno?

El pueblo mapuche es un dragón de muchas cabezas, y cada una tiene su grado de autonomía. Por eso no hay un único representante. Las comunidades son las que deciden sus estrategias. Pueden surgir diferencias formales, pero en el fondo coinciden: mantener la lucha por las tierras usurpadas, el reconocimiento de la participación con nuestras particularidades culturales, políticas y espirituales.

¿Han tenido contactos con el nuevo Gobierno?

Aún no, pero algunos líderes están dispuestos a dialogar con el Gobierno que sea para hacerles llegar sus demandas y reinvin- dicaciones de forma pacífica, como ha sido siempre la intención del pueblo mapuche. Lógicamente, todo cambia cuando los acuerdos y compromisos no se cumplen.

El relator de la ONU sobre derechos indígenas instó a Piñera a mantener el diálogo y no retroceder en lo avanzado por la Concertación. ¿Qué esperan?

Lo mismo. Supuestamente, son servidores no sólo de un Gobierno, sino de un Estado y, por ello, esperamos que el Gobierno respete los tratados internacionales suscritos por Chile, en los que se dice que los pueblos indígenas tienen derecho a la autodeterminación, a que se les respete y hagan uso de sus dere- chos culturales, idiomáticos, sociales y culturales, que accedan y se protejan sus recursos naturales, que se le restituya los territorios usurpados...