Emma Thompson es igual de profesional en todos los proyectos en los que participa, también si se trata de una película para niños. Le ha cogido mucho cariño al personaje de Nanny McPhee, al que se entrega en cuerpo y alma con todo el humor que tiene para dar a los demás. Es el terror de los pequeños malcriados con su verruga postiza, que le dota de un aspecto entrañablemente monstruoso. Pero, ojo, porque su horripilante y divertida caracterización llega igualmente a los adultos, por medio de esa ironía tan británica con la que satiriza lo exigente que se ha vuelto la sociedad con las niñeras, a las cuales se les pide que consigan resultados satisfactorios en la educación de aquellos hijos con los que no han podido hacer carrera sus padres. Hoy en día Mary Poppins lo tendría pero que muy difícil.

Por suerte, Nanny McPhee pertenece a la Gran Bretaña de la II Guerra Mundial, así que su especialidad son los críos revoltosos pero que no dejan de ser inocentes. En «La niñera mágica y el Big Bang» debe hacer frente a los primos de la ciudad que son una mala influencia para la prole que vive tranquilamente en el campo. Dispone en su misión de una moto voladora, que es como el coche volador del bondiano Ian Fleming, el que acabó en el cine gracias a la película «Chitty Chitty Bang Bang», una onomatopéyica propuesta que coincide parcialmente con el título escogido por Emma Thompson, quien además de ser la protagonista se ha encargado de escribir el guión basado en los cuentos infantiles de Cristianna Brand. Esta secuela presenta un cambio en la dirección, siendo Susanna White la que encargada de intentar mantener el nivel puesto por Kirk Jones.