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Más cárcel contra «un interlocutor necesario»

La Fiscalía de la Audiencia Nacional, jerárquicamente dependiente del Gobierno en última instancia, dio a conocer ayer sus peticiones de condenas de doce a ocho años de prisión contra cuarenta militantes de Batasuna con acusaciones que van desde la pertenencia a organización terrorista en calidad de dirigentes a la colaboración con ésta. Es preciso recordar que, en este sumario, se pretende castigar el trabajo político realizado por cuadros y dirigentes de la izquierda abertzale en un periodo de tiempo que va desde 1978 hasta 2002, en el que Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna eran organizaciones absolutamente legales. Un dato que conviene no olvidar.

Otro dato a tener en consideración es que este sumario arranca el 29 de abril de 2002. Pronto se cumplirán, por tanto, ocho años desde aquella operación policial que, paradójicamente, fue anunciada por la propia Mesa Nacional en una rueda de prensa en la que dio cuenta de que «hay en marcha una estrategia de guerra para las próximas horas o días». Esto significa que los imputados llevan ya casi tanto tiempo con el yugo judicial sobre sus espaldas como las condenas que ahora el fiscal pide contra ellos.

Pero lo verdaderamente denunciable es el carácter totalmente político y táctico con el que la Fiscalía y el Gobierno español hacen movimientos que llevan aparejados enormes sufrimientos para sus víctimas. Todo lo que ahora se dice sobre los procesados, todos los delitos que se les imputan, toda la maldad y peligrosidad que se les atribuye estaban ya recogidas en los autos de la Audiencia Nacional el 30 de mayo de 2006, fecha en la que el hoy lehendakari, Patxi López, declaró que eran «un interlocutor necesario para que se pueda abordar el diálogo multipartito en Euskadi». Semanas después, él y Rodolfo Ares se reunieron públicamente con dos de los más «peligrosos»: Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria. También el PSOE negoció con ellos. Según les convenga son interlocutores o «terroristas».

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