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«Hay hijas que hoy escogen ser ganaderas, sin presión familiar»

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Guadalupe Ramos Truchero
Socióloga de la Universidad de Valladolid

Profesora de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (Palencia, 1975), ha analizado en su reciente tesis la falta de relevo generacional en el sector de ovino de leche vasco. En la revista electrónica «Lurralde» acaba de publicar sus investigaciones centradas en el papel de la mujer.

Joseba VIVANCO |

¿Por qué esta investigación?

En realidad, la publicación en «Lurralde» es una parte extraída de la investigación que realicé para mi tesis doctoral dedicada al estudio del fenómeno de la sucesión agraria en el contexto del ovino de leche en el País Vasco desde una perspectiva sociológica. Este sector ganadero, como la casi totalidad de ellos, experimenta una falta de relevo generacional, que se pudo observar en la última edición del Día del Pastor en Ordizia, donde este colectivo, en cierta manera, resaltaba este hecho como una de las principales dificultades que experimenta hoy el ovino.

En este artículo habla de forma exclusiva del revelo generacional femenino.

Así es. Nos centramos en la decisión de los hijos de pastores, quienes consideramos que son los protagonistas que viven en primera persona la sucesión agraria familiar. Pero lo hemos analizado, únicamente, en los casos de las hijas de pastores para explorar el género como factor de peso en la continuidad de las explotaciones ganaderas en el País Vasco.

¿Cuál ha sido históricamente la disposición de la mujer a trabajar en estas explotaciones?

Las mujeres han trabajado y lo siguen haciendo, pero su disposición en este trabajo es ciertamente compleja y singular. De forma resumida, podemos decir que, tradicionalmente, el trabajo agrario femenino se ha caracterizado por la invisibilidad y la falta de reconocimiento social y familiar. Esto se muestra en la división sexual del trabajo que existe en casi todas las explotaciones familiares. Fundamentalmente, además de dedicarse a las actividades domésticas o reproductivas, realizan determinadas tareas productivas agrarias. Principalmente, aquellas menos orientadas hacia el mercado o menos especializadas, como el cuidado y la alimentación del ganado o tareas que sólo se realizan en función de las necesidades de la explotación y que, por tanto, les obliga a estar permanentemente disponibles para el trabajo. Incluso, en muchas ocasiones, estas mujeres no reconocen que ésta sea su principal ocupación a pesar de que dedican gran parte de sus días al negocio familiar. De alguna manera, naces o vives en una familia agraria y tienes la obligación implícita o explicita de trabajar en la explotación.

Un papel que ha sido históricamente secundario...

Secundario sí, pero sólo para quien no observa la vida cotidiana de una explotación familiar y no sabe o puede reconocer el peso que el trabajo femenino tiene en el funcionamiento de la actividad agraria diaria.

Sí apunta en su estudio que en los últimos años la perspectiva de la mujer hacia el relevo generacional en el caserío ha cambiado, de buscar salidas laborales ajenas al campo a volver a mirar a éste.

Sólo en parte. El trabajo agrario como profesión para las mujeres es poco común, sobre todo, entre las mujeres jóvenes. La mayoría escoge otras alternativas laborales. Aunque también hay otros factores de salida como la preferencia femenina por un estilo de vida urbana o como el empuje de la familia, especialmente las madres, a que trabajen fuera de la explotación familiar. Esto es lo que sigue pasando. Pero sí es cierto, y lo hemos observado en nuestro trabajo, que hay mujeres que escogen ser agricultoras o ganaderas más por decisión propia que porque su familia les haya orientado hacia dentro o fuera de las explotación, como sucedía tradicionalmente o como sucede todavía. Es decir, se convierten en ganaderas o agricultoras porque, como en el caso del ovino, les gustan las ovejas, les gusta hacer queso, quieren tener un trabajo sin jefes o quieren ser empresarias agrarias.

¿Una vuelta a lo rural?

Bueno, ayuda la existencia de un nuevo contexto de arraigo al medio rural que se valora por las ventajas que les ofrece este estilo de vida frente al urbano y, en el caso del ovino de leche, también valorado por el auge de la elaboración del queso y por la revalorización del trabajo de pastor. No obstante, este discurso y este perfil no es mayoritario ni va a solucionar la falta de relevo generacional del ovino de leche, pero creemos que es importante dar cuenta de la emergencia de este nuevo discurso que podríamos llamar de arraigo agroalimentario.

En su estudio no han faltado las entrevistas directas. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de sus respuestas?

Quizá ha habido dos cosas. En primer lugar, las barreras ideológicas que encuentran las mujeres frente a los hombres en los negocios familiares agrarios al ser apartadas de determinadas labores o decisiones importantes. Son barreras de cristal incluso para las propias mujeres, que naturalizan la desigualdad de oportunidades y que les hace estar en el «ángulo muerto». Y en segundo lugar, me sorprenden las contradicciones que experimentan algunas de las entrevistadas al plantearse el trabajo ganadero como opción profesional que no desean, pero que a la vez su abandono les hace sentirse culpables de no continuar con la tradición ganadera familiar.

Apunta usted que las madres son las que más las animan a buscar fuera ese futuro...

Por lo general, las madres orientan a sus hijos, sin distinción de género, a que estudien. Fundamentalmente, porque consideran que la formación es la mejor manera de que en el futuro puedan tener varias opciones profesionales a elegir. Pero eso sí, cuando hay una hija que tiene intención de ser ganadera y ser la sucesora, la negación y oposición de la familia es clara. Al menos durante los primeros años. Luego, a medida que ven que les gusta el trabajo van aceptando la decisión. No obstante, las hijas sucesoras tienen que luchar por legitimarse y demostrar día a día que se merecen ser ellas las que vayan a tomar el relevo generacional.

legitimarse

«Eso sí, cuando una hija tiene la intención de ser la sucesora, tiene que luchar por legitimarse y demostrar que se merece ser ella la que tome el relevo»

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