Rsulta que los jóvenes de Portugalete han ocupado un edificio abandonado en la calle Coscojales, la misma donde nació Patxi López, y a los de «El Mundo» les ha parecido algo escandaloso.

Ayer dedicaban una página y un comentario a hecho tan irrelevante. No se pierdan la melonada: «Apenas son veinte los metros que separan la casa natal de Patxi López del caserón ocupado por los grupos vinculados a Segi; unos pocos pasos que conectan la cuna del socialismo vasco con una guarida del abertzalismo radical». Un escándalo similar al que se habría organizado si alguien abre una casa de citas en Lourdes. ¡Por lo menos!

Dice más el aguerrido reportero de Pedro J. Ramírez: «La inesperada llegada de los nuevos inquilinos ha sumido en la preocupación a los vecinos de Coscojales, poco acostumbrados a este tipo de presencias. Temen que su estancia pueda generar enfrentamientos con las fuerzas policiales o, lo que es peor, que la mítica cuesta termine convirtiéndose en un semillero de aspirantes a terroristas». Para mí que se les va la pinza.

Y además del reportaje aportan una columna firmada por Ganeko que abordaba el affaire con aires de analista de procesos: «Probablemente haya en la villa jarrillera más de dos docenas de edificios susceptibles de ser okupados por las juventudes radicales. Pero colándose al lado de la casa de toda la vida de López y poniéndole el nombre que le han puesto al chiringuito (Koskoenea) le mandan varios mensajes: uno evidente de presión; otro le están insinuando lo que sus mayores (y los nacionalistas) le han dicho una y otra vez, que es poco menos que un okupa en Ajuria Enea». Pues ya me dirán a mí cómo se presiona a un señor que vive entre Gasteiz y Bilbao desde una casa ocupada en Portugalete. Misterios de Pedro J.

Y nos dice el tal Ganeko que «si creen, después de décadas de experiencias, que alguien se traga la historieta de que están allí por falta de locales para los jóvenes y que lo suyo es promover iniciativas culturales, me parece que se pasan. De listos, digo. No cuela, chavales, que nos conocemos. Y la Policía también os conoce».

Esto último suena casi a amenaza, ¿verdad? La solución, en pocos días.