Caos aéreo por la erupción de un volcán en Islandia
Los gobiernos europeos se muestran cautos al reabrir lentamente su espacio aéreo
La situación del espacio aéreo mejoró ayer, jornada en la que se alcanzaron los 13.000 vuelos -frente a los 9.619 del lunes-, aunque los principales aeropuertos permanecieron cerrados y la prohibición total de volar se mantuvo en seis países. A la espera de que, a partir de mañana, disminuya la cantidad de ceniza y se desplace hacia el Ártico, arrecia el debate entre quienes critican la tardía reacción de la UE y aquellos que defienden la gestión comunitaria.
GARA | BRUSELAS
El caos provocado por la nube de ceniza del volcán islandés Eyjafjallajökull ha puesto de relieve una gran falta de coordinación entre los países de la Unión Europea (UE) y puede acelerar la creación de una instancia común de decisión sobre un «cielo único» europeo.
La UE está formada, a día de hoy, por 27 espacios aéreos independientes y «la decisión de cerrar o reabrirlos recae sobre los gobiernos», recuerda la Comisión Europea (CE), una situación que tiene su origen en razones históricas relacionadas con cuestiones de defensa.
Incluso Eurocontrol, la Agencia para la Seguridad de la Navegación Aérea, que ha tratado de coordinar la situación, es un organismo puramente intergubernamental.
La CE «no está implicada» en este proceso y «no tiene control sobre el cielo» de la UE, insisten sus dirigentes.
«Los hechos demuestran que el enfoque puramente nacional está obsoleto», criticó ayer el comisario de Transporte, Siim Kallas, mientras los aeropuertos europeos iban abriéndose paulatinamente.
«Esto tiene que cambiar», sostuvo el brazo derecho de Kallas, el alemán Matthias Ruete, al mando de la Dirección General de Transporte. «Pongamos en marcha el cielo único», reclamó. El proyecto se inició en 1999, en busca de una vigilancia aérea más eficiente mediante la adaptación al desarrollo del sector, y se espera que entre en vigor en 2012. No obstante, hasta el momento está «bajo secreto», ya que exige un sacrificio a los gobiernos, aún recelosos por sus respectivas soberanías.
Los ministros de Transportes acordaron el lunes dividir el espacio aéreo europeo en tres zonas de riesgo y anunciaron una apertura progresiva de los aeropuertos -no hay que obviar la presión de las aerolíneas para forzar el acuerdo-, que dejó paso a un constante cruce de acusaciones respecto a la tardanza de la UE en reaccionar ante el caos.
El secretario de Estado francés de Transporte, Dominique Bussereau, lamentó ayer que «algunos países» europeos no tuvieran «ninguna prisa» para tomar parte en la reunión de ministros, lo que a su juicio supuso «la pérdida de 48 ó 72 horas».
Durante un encuentro mantenido con periodistas en Estrasburgo, el secretario francés para Asuntos Europeos, Pierre Lellouche, también se quejó del retraso a la hora de coordinar la situación.
«Hay muchas directivas europeas sobre el cielo y el tratamiento de los pasajeros, incluso sobre el seguimiento de sus equipajes pero, curiosamente, no existe un procedimiento para el análisis de un riesgo de este género, porque nunca se había producido algo así», agregó.
El secretario de Estado español -en la presidencia europea de turno- para Asuntos Europeos, Diego López Garrido, opinó que «la UE ha reaccionado adecuadamente a esta enorme crisis» y añadió que «ha habido una coordinación evidente».
«La Presidencia española y la Comisión reaccionaron de inmediato después de ver que los estados se vieron desbordados por la situación», comentó.
Aperturas
Fruto del citado acuerdo comunitario, ayer se inició el camino hacia la normalidad, aunque resultó más lento y pedregoso de lo que Eurocontrol esperaba. La agencia esperaba que ayer operaran hasta 14.000 vuelos (frente a los 9.619 del lunes y los 28.000 habituales los martes), pero en un comunicado emitido por la tarde rebajó su pronóstico a los 13.000 vuelos.
En su nota, precisó que el 75% del espacio aéreo se reabrió en el día de ayer. Sin embargo, el eje vertebrador del cielo europeo siguió cerrado -en seis países- o con grandes restricciones. En Gran Bretaña, los grandes aeropuertos permanecieron inactivos. En Alemania, prorrogaron la suspensión de los vuelos. En el caso del Estado francés, anunciaron como objetivo para hoy garantizar mañana todos los vuelos de larga distancia y el 60% de los de medio recorrido, según anunció el ministro francés de Ecología, Jean-Louis Borloo.
La meteorología jugó ayer a favor y la lluvia que ayer cayó sobre Islandia disminuyó notablemente la cantidad de ceniza y, además, los expertos anunciaron que el cambio en la dirección del viento dirigirá la nube hacia el Océano Ártico. Según las fuentes, la situación seguirá mejorando considerablemente, por lo que mañana podrá operarse con normalidad.
El aeropuerto de Bilbo recuperó ayer la conexión aérea con París, aunque se cancelaron el total de los 23 vuelos que operan entre la capital vizcaina y Europa.
Una detrás de otra, la crisis económica y el rescate de Grecia, la tardía reacción al terremoto de Haití o el caos aéreo de estos días están desnudando o retratando a la Unión Europea.
Como era previsible, el impacto de la nube de ceniza volcánica procedente de Islandia ha alcanzado de lleno a la UE. Y lo ha hecho de varias formas.
En primer lugar, ha servido para recordar que tampoco en esta cuestión hay política europea común. El control del espacio aéreo de cada Estado miembro sigue siendo competencia exclusiva de ese estado. La Unión Europea puede aconsejar o presionar a los estados, pero no puede cerrar ni abrir sus cielos.
Por otra parte, hemos podido comprobar, con una claridad sangrante para la Comisión Europea, que lo que el colegio de comisarios presidido por José Manuel Durao Barroso diga o haga poco o nada importa al Parlamento Europeo y al Consejo de la Unión. El orden del día fijado desde hace mucho para esta semana de sesiones en Estrasburgo anunciaba que Barroso debía presentar el plan legislativo y el programa de trabajo de la Comisión para este año. Y el Parlamento Europeo ha mantenido ese punto del orden del día a pesar de saber perfectamente que la afluencia de diputados al pleno sería mínima. Barroso presentó su programa ante unas pocas decenas de parlamentarios, cuando lo que debía haber hecho era forzar un aplazamiento, aunque no fuera más que por respeto a la institución que preside. Ni orgullo le queda al presidente de la Comisión.
Y, por último, el Parlamento Europeo ha vuelto a reflejar lo poco que trabajan sus diputados. Y la excusa del cierre aéreo no es suficiente. El caos aéreo comenzó el jueves, y los diputados han tenido tiempo suficiente para buscar trasportes alternativos. Además, si el pasado jueves hubieran estado trabajando, no habrían podido salir de Bruselas, con lo que deberían haber podido trasladarse a Estrasburgo sin problemas. Su presidente, Jerzy Buzek, anunció el lunes por la tarde que suprimía la sesión del jueves y que el miércoles terminarían a las 19.00 horas, y no a medianoche. Anunció, además, que no habría votaciones ni preguntas al Consejo, porque quien tenía que responderlas en nombre de la presidencia, Diego López Garrido, debía abandonar Estrasburgo a las 17.00 horas de hoy (Buzek no explicó por qué). Lo curioso es que 408 diputados se acreditaron el lunes por la tarde, y sólo 200 acudieron a la sesión de ese día. Ayer eran muchos menos aún, como reflejaba europarltv. El resto firmó para cobrar las dietas, no para ir a trabajar. Josu JUARISTI
La gran nube de ceniza volcánica islandesa, que ha generado un caos aéreo sin precedentes, ha forzado a las empresas y a particulares a recurrir a sistemas de videoconferencia como Skype para desempeñar sus labores.
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