El bipartidismo se tambalea en Gran Bretaña
Las últimas encuestas sobre la intención de voto de los británicos en los comicios del próximo 6 de mayo indican que el Partido Liberal-Demócrata ha dado un gran salto que le permite pensar incluso en ganar la contienda electoral. De confirmarse esta tendencia, los lib-dems podrían dejar atrás su papel como influyente árbitro entre tories y laboristas, para aspirar a romper por primera vez en décadas el stablishment bipartidista por el que se ha regido el Gobierno británico. La brillante actuación de Nick Clegg, líder de los liberal-demócratas, en el debate televisivo a tres bandas celebrado la semana pasada entre los aspirantes, se cuenta entre las razones más cercanas en el tiempo que justifican el ascenso de este partido en los sondeos. Sin embargo, tanto o más pesa en las intenciones de los electores el hartazgo que les provoca el rígido sistema de alternancia entre dos únicos partidos que hasta ahora ha predominado en la vida política de Gran Bretaña.
No se puede considerar al Liberal-Demócrata, ni mucho menos, como un partido rupturista en ninguno de los sentidos. Sin embargo, sí ofrece a los votantes una imagen de renovación y modernidad que le confieren cierta credibilidad como alternativa fresca y real a los dos paquidermos que hasta ahora han dominado el pasto institucional británico.