El juego que da a las artes visuales la Duquesa de Alba es parte fundamental y mollar de la historia del reino de España, reciente, actual y del pasado. La titular actual es un personaje televisivo por encima de toda su grandeza jerárquica, heráldica o aristocrática. La latifundista por excelencia es una figura señera de la televisión monárquica. Nadie le puede disputar, ni siquiera Belén Esteban, la presencia constante en todos los programas dedicados a la vida social, que es como llaman los finos a los espacios dedicados a sembrar de minas las nociones básicas de las luchas de clases sociales.

Por cierto, el fenómeno Belén Esteban, ha alcanzado a la prensa antes llamada seria como Le Monde quien ha dedicado tiempo, inteligencia, papel a analizar, quizás como la nueva Carmen, o como una parte folclórica del norte de África, a la estrella mediática. Y otro apunte más, si TVE no es una televisión comercial porque no tiene anuncios, ¿por qué de los impuestos de todos los ciudadanos viven programas y parásitos en ellos, como «Corazón»? ¿No es una vergüenza escandalosa que se dediquen tantos recursos a mostrarnos a la hija de la Duquesa, a los ex-maridos de la hija de la Duquesa, a la propia Duquesa con su supuesto novio de ahora y todo cuanto le rodea, le encumbre y le dopa. Digo yo que este tipo de programas no son otra cosa que una manera de mostrar la caspa, pero con perfume barato para despistar.

Tele 5, es la televisión berlusconiana por excelencia, pero tiene, además un objetivo, el ganar mucho dinero, las grandes audiencias, el entretenimiento buscando las partes bajas de la audiencia, y han tenido un buen éxito de público con una mini-serie dedicada precisamente a «La Duquesa», con sus correspondientes programas a modo de tertulia de apoyo, con la intención de aportar más interés, aunque sea rumorología de baja estofa, a la figura de Cayetana. La serie tenía buena factura, pero era tan mentirosa, tan absolutamente fuera del rigor histórico que el guión podría firmarlo con su cuajo habitual para la intoxicación franquista, Pío Mora, el gran historiador de cabecera de los españoles de verdad.