Caos aéreo por la erupción de un volcán en Islandia
Se abre el espacio aéreo pero la vuelta a la normalidad será lenta
La reanudación del tráfico aéreo en Europa quedó confirmada ayer, pero el retorno a la normalidad llevará todavía días o semanas para los cientos de miles de pasajeros varados en todo el mundo a consecuencia de una crisis cuyo coste económico supera ya los 1.200 millones de euros, según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo, que volvió a exigir a los gobiernos europeos que compensen a las aerolíneas por las pérdidas sufridas.
GARA | BILBO
Con los espacios aéreos abiertos y los aeropuertos en funcionamiento, salvo excepciones, el tráfico aéreo se reanudó ayer prácticamente en su totalidad , pero los cientos de miles de pasajeros a los que la nube de ceniza volcánica ha dejado varados en todo el mundo necesitarán mucho más tiempo para llegar a sus destinos y que la situación vuelva a la situación previa a la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull.
«Se espera que mañana -por hoy- quede restablecido casi el 100% del tráfico aéreo en Europa», anunció la Agencia Europea para la Navegación Aérea, Eurocontrol, que ha sufrido un caos sin precedentes durante una semana.
En Islandia, el volcán parecía querer calmarse, a pesar de que los científicos advierten de que la erupción se puede prolongarse o provocar otras en un futuro próximo.
Signos de una mejora de la situación para los pasajeros era que ayer más del 80% de los vuelos previstos despegaron durante todo el día, aunque el espacio aéreo seguía cerrado a menos de 20.000 pies de altura en algunas zonas, como Finlandia y el norte de Escocia, según Eurocontrol. Además, la reapertura de los aeropuertos del norte de Europa seguía produciéndose de forma paulatina, aunque algunos seguían con su actividad limitada, según diversas agencias.
La mayoría de las compañías aéreas más importantes de Europa planeaban ya una vuelta a la normalidad para hoy por la mañana, mientras que las principales compañías aéreas de Asia y del Golfo Pérsico reanudaron ayer sus vuelos con destino a Europa, informó AFP.
Pero a pesar de la reanudación de los vuelos, los gobiernos, las autoridades de aviación y las aerolíneas han advertido de que la vuelta total a la normalidad tardará todavía días o semanas, ya que cientos de miles de viajeros siguen sin poder llegar a sus destinos y siguen esperando durante horas en larguísimas colas para poder embarcar.
Pero al margen del caos que persiste en algunos aeropuertos del mundo abarrotados de pasajeros que la nube de ceniza dejó en tierra ayer volvió a surgir la cuestión de las compensaciones económicas a las aerolíneas por las pérdidas sufridas a consecuencia de esta crisis.
En Gran Bretaña, el director ejecutivo de la Asociación de Representantes de Líneas Aéreas (BAR), Mike Carrivick, calificó la legislación europea de «injusta» y «excesivamente generosa» en cuando a los reembolsos por los daños causados a los pasajeros por la paralización del tráfico aéreo. Ryanair indicó que limitará la devolución a una cantidad equivalente al precio pagado por el billete.
Las compañías aéreas han perdido ya 1.260 millones de euros, según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA). Su director general, Giovanni Bisigniani, dijo que la crisis impactó en el 29% del sector y en 1,2 millones de pasajeros diarios. También constató ahorros de costes derivados de la permanencia en tierra de los aviones, como un recorte de la factura por combustible de 81,8 millones de euros diarios con respecto al gasto habitual, que, sin embargo, se vio contrarrestado por el coste de la atención a los pasajeros afectados por las cancelaciones, indicó Europa Press.
Tras incidir en el riesgo de quiebra al que se enfrentan muchas aerolíneas, la IATA anunció su intención de exigir a la Unión Europea (UE) que compense a las compañías por las pérdidas sufridas la última semana.
El coste para los aeropuertos europeos se estima en 1,26 millones de euros, según el Consejo de aeropuertos para Europa. En cuanto al sector del turismo, muy afectado, se calcula en más de 450 millones de dólares por semana.
La Comisión Europea, por su parte, informó ayer de que pedirá a los estados miembro que aceleren la creación de un «cielo único europeo» que racionalice la gestión del tráfico aéreo en la UE con el objetivo de evitar que se repitan los «graves fallos» ocurridos estos días.
La erupción ha disminuido en un 80% respecto al sábado y la emisión de ceniza era ayer «realmente insignificante», aunque el volcán continúa activo.
La Organización Internacional de Aviación Civil sostuvo en la ONU que no hay normas internacionales sobre la concentración de cenizas volcánicas que pudieran ser un peligro para los aviones.
Londres no recibió presiones de las compañías aéreas para reabrir el espacio aéreo de Gran Bretaña y las decisiones se tomaron por razones de seguridad, aseguró el ministro de Transporte, Andrew Adonis.
Primero una crisis económica y ahora una erupción volcánica: la tranquila Islandia no había causado tanto daño a Europa desde hace más de dos siglos, pero sus habitantes prefieren reír.
El 8 de junio de 1783, una grieta formada por 130 cráteres hizo explotar el volcán Laki. Una enorme nube de cenizas se propagó sobre Islandia y Europa, envenenándolas con gotitas cargadas de ácido fluorhídrico y gas sulfúrico. La «niebla de Laki» mató a 10.000 islandeses antes de extenderse a Noruega, Alemania, Francia y Gran Bretaña, donde se registraron 20.000 muertes. Este «verano de arena» tuvo graves repercusiones climáticas en los años siguientes: inviernos fríos, veranos abrasadores y tormentas que devastaron los cultivos.
Esta vez, la erupción ha sido más suave y los 317.000 habitantes de la isla prefieren divertirse con las molestias causadas en Europa por el volcán, cuyas cenizas han paralizado el tráfico aéreo pero no ha causado víctimas. Los islandeses quieren ver en el Eyjafjallajökull una forma de justiciero nacional que les venga de las humillaciones recibidas desde Europa tras la crisis financiera de 2008. El colapso del sistema bancario islandés se tragó las inversiones de cerca de cerca de 340.000 británicos y neerlandeses. Londres y La Haya exigen la devolución de 3,9 millones de euros a un país rico pero que ha tenido que acudir al FMI en busca de ayuda.
Enredados en las negociaciones, negándose a ceder, a los islandeses les gusta repetir hoy que «al morir, el último deseo de la economía de Islandia fue que sus cenizas se esparcieran por Europa». Los más mordaces recuerdan lo irónico de que un país aislado haya provocado el mayor pánico desde los vikingos o sostienen que «los británicos querían el dinero (cash, en inglés), pero como en el alfabeto islandés no existe la letra C, lo que han recibido es ceniza (ash, en inglés)».
En realidad, detrás de los chistes se esconde el deseo de arrojar luz sobre los acontecimientos que llevaron a Islandia a ese atolladero y fijar responsabilidades.
Muchos creen que su país perdió su alma «fresca, clara y limpia» con esos años de esa bonanza económica «de locos» que llevaron a Islandia a la ruina, con la ayuda, según un reciente informe parlamentario, de la incompetencia del Gobierno local. Por eso, limitados por ese fiasco financiero, los islandeses piensan que esta erupción volcánica es una forma de poner en su sitio los verdaderos valores nacionales. Sebastian SMITH (AFP)
Unos 6.500 soldados de la OTAN, sobre todo estadounidenses, no han podido ser enviados esta semana a Afganistán como refuerzo a consecuencia del caos provocado por la erupción volcánica en Islandia.