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La animación artesanal reivindicada por Wes Anderson

«Fantástico Sr. Fox»

Los cineastas más personales del «indie» están empeñados en romper las barreras entre el público adulto y el infantil, innovando dentro del lenguaje fantástico con total libertad y sin plegarse a la hasta ahora creciente comercialidad de las películas autorizadas a menores. Para ello, Wes Anderson recupera el sistema «stop motion» de la animación artesanal de siempre.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

«Fantastic Mr. Fox» ha costado unos cuarenta millones de dólares, de los que en la taquilla norteamericana apenas ha ingresado la mitad. Wes Anderson era muy consciente del riesgo que asumía con un proyecto así, tanto, que se puede dar por contento si recupera lo invertido. Para él, se trata de buscar alternativas a los productos de consumo que genera una industria del cine fantástico que considera a niños y adultos como meros sujetos pasivos.

A Spike Jonze le pasó lo mismo con «Donde viven los monstruos», la película más innovadora en cuanto a exploración del lenguaje de los cuentos para niños que se ha hecho por un autor de cine adulto. La distribuidora hizo mal en promocionarla como cualquier otro de sus productos infantiles masificados y no llevarla a los festivales donde habría alcanzado el prestigio crítico que merecía.

Ahora, Wes Anderson se propone ahondar en ese campo todavía por desarrollar, volviendo a la magia de la animación artesanal, hecha por el sistema stop motion, rodando fotograma a fotograma. Es una manera de introducir en el fantástico con muñecos animados una sensibilidad de autor, ya que el sencillo cuento original le dejaba espacio para escribir un guión cineamtográfico capaz de reflejar las constantes de su obra, sólo que utilizando animales parlantes en lugar de seres humanos.

Spike Jonze, en el más difícil todavía, fue a convertir el brevísimo cuento de Maurice Sendak, compuesto por unas pocas frases y las correspondientes ilustraciones, en toda una fabulosa y honda historia de desgarro infantil. La estrategia utilizada por Wes Anderson es similar a la observada en «Donde viven los monstruos», ya que la pequeña historia escrita por Roald Dahl sobre un enfrentamiento entre el señor Zorro y tres cazadores le basta al cineasta para hablar sobre los conflictos familiares, como en cualquiera de sus otras películas dramáticas con actores de carne y hueso.

Lo que ha hecho Wes Anderson es ampliar la vida familiar del protagonista, al que presenta como un zorro dedicado a robar gallinas en las granjas de los humanos. Su mujer está embarazada y desea que el señor Zorro deje esa actividad y se retire. Pero antes de hacerlo, el protagonista quiere dar un último golpe y zanjar las cuentas que tiene pendientes con los tres granjeros rivales, para lo que forma una sociedad secreta, un mundo subterráneo de animales que permanece oculto a los ojos de los humanos que habitan en la superficie.

Las diferencias familiares vienen también por el lado del hijo del señor Zorro, que piensa que su padre está demasiado dedicado a sus asuntos y no le presta atención. Para colmo, el adolescente tiene que apechugar con la visita de su primo, el cual le hace sentirse como un fracasado, debido a que es la perfección personificada.

Imagen a imagen

El estilo de animación de «Fantastic Mr. Fox» recuerda mucho al que caracteriza la producción de los estudios británicos Aardman, creadores de los conocidos personajes de Wallace y Gromit, que tantos cortos y largos han protagonizado ya. Es lógico, porque son igualmente muñecos animados por el sistema stop motion, el mismo que empleaba Ray Harryhausen en sus combinaciones de imagen real y efectos visuales captados fotograma a fotograma, lo que dotaba a los monstruos y demás criaturas fantásticas de una movilidad especial que nada tenía que ver con la humana.

Wes Anderson pretendía escribir el guión, dibujar el story-board, preparar el diseño de personajes y escenarios, además de ensayar los diálogos con los dobladores. Su idea era dejar el trabajo puro de animación en manos de los técnicos de la especialidad, aprovechando para rodar mientras tanto algún otro proyecto con actores, pero acabó implicándose en todo el laborioso proceso, hasta convertirse en un auténtico animador. Una vez formado como tal, cabe pensar que volverá a hacer más películas animadas.

La banda sonora

Aunque «Fantastic Mr. Fox» no cuente con actores, Wes Anderson no ha podido prescindir de su troupe habitual. A través de las voces de sus amigos Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman ha transferido a los muñecos la personalidad de estos. Es un aspecto fundamental que se pierde en la versión doblada, obligando al espectador a imaginarse el tratamiento de las voces en el original. El director ha cuidado a conciencia todo lo que rodeó a la grabación de los diálogos, hasta el punto de que llevó a los dobladores fuera del estudio, al aire libre, cuando la escena correspondía a ambiente en exteriores.

Donde Wes Anderson crea definitivamente su especial universo es en la banda sonora, y llama la atención que esta vez haya confiando en Alexandre Desplat como compositor, tal vez prefiriendo el colorismo de los músicos europeos, siempre más abiertos a la imaginación melódica. En todo caso los temas del francés son sólo la base, porque de nuevo el cineasta se nutre de canciones preexistentes, seleccionadas de tal forma que el resultado es una vez más sorprendente.

Wes Anderson se vuelve a lucir como exquisito melómano y profundo conocedor del repertorio de todos los tiempos, recuperando canciones de musical entonadas por el actor Burl Ives, a los Beach Boys, a los vaqueros Wellingtons, al clásico del jazz Art Tatum, los coros surferos de los Beach Boys, a sus Satánicas Majestades, las caricias vocales de Nancy Adams, al gran Georges Delerue, a Jarvis Cocker y el beat de Bobby Fuller Four. Tal vez sea demasiado para una película tolerada.

Estreno

Dirección: Wes Anderson.

Guión: Wes Anderson y Noah Baumbach, sobre el cuento de Roald Dahl.

Fotografía: Tristan Oliver.

Música: Alexandre Desplat.

Animación: Mark Gustafson.

País: EE.UU., 2009.

Duración: 88 minutos.

Género: Animación.

LA «TROUPE»

Aunque «Fantastic Mr. Fox» no cuente con actores, Wes Anderson no ha podido prescindir de su «troupe» habitual. A través de las voces de sus amigos Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman ha transferido a los muñecos la personalidad de estos.

EL ESTILO

El estilo de animación de «Fantastic Mr. Fox» recuerda mucho al que caracteriza la producción de los estudios británicos Aardman, creadores de los conocidos personajes de Wallace y Gromit, que tantos cortos y largos han protagonizado ya.

La constante presencia del galés Roald Dahl en el cine

Roald Dahl fue uno de los escritores más cinematográficos que han existido, y por eso se le seguirá adaptando por mucho tiempo. Empezó como guionista en la televisión pionera, junto a los grandes cineastas que se formaron en el medio. Para Robert Mulligan escribió el programa «Suspense», y luego participó en «Alfred Hitchock presenta» o en «Danger», donde había realizadores como Sidney Lumet y John Frankenheimer.

El cine requirió sus servicios de guionista para adaptar a Ian Fleming en «Sólo se vive dos veces» y «Chitty Chitty Bang Bang». Como marido de la actriz Patricia Neal colaboró en algunas de sus películas, del mismo modo que ha supervisado muchas de las adaptaciones que se han hecho de su propia obra.

Entre los cuentos y novelas del autor galés que han sido llevados a la pequeña y la gran pantalla destacan «Los Gremlins», «Hombre del Sur», «Relatos de lo inesperado», «Charlie y la fábrica de chocolate», «Las brujas», «James y el melocotón gigante», «El gran gigante bonachón», «Matilda», «Danny, campeón del mundo» y «El superzorro». M.I.

eEl fabuloso y extraño mundo de Wes Anderson

Cuando un cineasta es muy rarito suele provocar tantas fobias como filias, y en eso Wes Anderson está a la cabeza del cine «indie». Provocador sin pretenderlo, ya dio muestras de que era distinto a los demás desde su ópera prima «Ladrón que roba a ladrón» (1996). Pero fue con «Academia Rushmore» (1998) cuando se hizo imprescindible para siempre, al revolucionar la comedia estudiantil. Acto seguido, hizo lo propio con el drama familiar en «Los Tenenbaum» (2001). Ya desbordó su genialidad en «Life Aquatic» (2004), un cruce imposible e instransferible entre Fellini y Godard. El nivel de locura creativa alcanzado fue tan alto, que el sentido del absurdo prolongado en «Viaje a Darjeeling» (2007) pudo parecer algo menos excéntrico. La proyección de su quinto largometraje se acompañaba con el corto «Hotel Chevalier», otra pequeña joya del chico pálido de largos cabellos lacios. Lo importante es que ha conseguido crear su propia familia cinematográfica, con un grupo habitual de amigos actores (Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman). M.I.

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