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El grupo de Getxo McEnroe presenta «Tú nunca morirás»

La factoría sonora de Getxo continúa con la gestación de grupos delicados y con talento. Es el caso de McEnroe, quinteto que profundiza en la melancolía desde unos textos muy cuidados y un sonido sin aprietos.

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P. CABEZA | BILBO

Getxo tuvo su época ruidosa y capaz de crear un logo para lo que llegó a ser un movimiento musical, el Getxo sounds. Tras la crisis generacional, donde pareció que todos se habían recluido en casa, comenzaron a surgir nuevos sonidos, a veces más abiertos, otras con el rock bajo las uñas y, en gran medida, con la ligereza del vaho, el placer por las armonías vocales californianas, y los silencios con música. De esa generación de voces templadas, de solistas dolidos y guitarras limpias, surge en 2002 McEnroe. En sus primeros años dieron vida a unas cuantas demos ajenas a las corrientes musicales dominantes. Ellos a lo suyo, el pop estilizado entre acústicas y ruido imperativo, aunque lo menos.

Casualmente, su propuesta encaja en 2008 con el folk-rock, la americana y el pop otoñal. Subterfuge les ficha y nace «Mundo submarino», sólo para minorías con otro oído. A finales de 2009 regresan con «Tú nunca morirás», groseramente hermoso, estilizado, sutil. Álbum que les conduce este viernes 23 a Kafe Antzokia de Bilbo junto a Tulsa, en un magnético concierto.

Estilo

«Muchas veces nos han identificado con el folk-rock. No sé mucho sobre etiquetas. A nosotros nos gustan muchos artistas americanos como Bonnie Prince Billy, Damien Jurado o Elliott Smith, pero también nos gustan otras cosas que no tienen nada que ver con el llamado folk-rock como The Smiths por ejemplo. Supongo que todo eso se notara de alguna manera. Me cuesta mucho definir lo que hacemos, porque nunca hemos querido hacer algo en concreto», matiza Ricardo Lezón.

«Tú no morirás», soberbio título, cuenta con tres guitarras. A veces entre algodones, en ocasiones envenenadas. «No nos gusta el follón. De vez en cuando sí le damos caña, pero intentamos que sea con sentido y siempre que aporte algo a la canción. Tenemos canciones con muy mala leche. En realidad podríamos sonar como Slayer, pero nos contenemos con mucho esfuerzo», perfila Ricardo.

McEnroe, nombre surgido de la necesidad de Ricardo de justificarse ante su hermano, jugando al tenis, con «¡joder que yo no soy McEnroe!», viven también próximos a los ritmos de sus canciones. «Nos gustan las cosas que te hacen sentir bien. No nos van los nervios ni las prisas. Nos gusta estar juntos y hablar de lo que nos pasa y de lo que nos gusta. Sólo hacemos lo que de verdad nos crea alguna emoción. Supongo que ese es el concepto musical».

Abel Hernández (El Hijo, escuela Acuarela) produjo el disco: «Nos ha enseñado y ayudado a atrevernos con ciertas cosas y se nota en el resultado».

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