GARA > Idatzia > Kultura

Eszenak

Un Día del Libro en el teatro

Josu MONTERO | Escritor y crítico

Obviamente el teatro no es literatura, pero durante muchos siglos el libro ha sido la única forma posible de dejar registro del espectáculo teatral. Quedaban sólo los textos. Es por eso que la historia del teatro en el siglo XX ha consistido en gran medida, y por venganza, en la rebelión contra el texto. Si a esto le sumamos en otro orden de cosas la actual tendencia generalizada a la lectura fácil, a esos libros que lo dan todo mascadito, nos encontramos con que la sección de teatro en nuestras librerías mejor surtidas es ridícula, en todos los sentidos del término. Y eso a pesar de que muchísimos de los considerados como más grandes escritores de la historia, incluido el siglo XX, son dramaturgos. Y también a pesar de que contamos aquí con dos editoriales de libros de teatro ciertamente modélicas: la gipuzkoana Hiru y la bizkaina Artezblai, dos iniciativas privadas que han apostado por el teatro, y además por el teatro contemporáneo. Viene todo esto a cuento ya que hoy es el Día del Libro.

¿Por qué no leernos un drama y luego ir a ver su puesta en escena? O viceversa. Os aseguro que es una experiencia cuando menos curiosa. Hoy, por ejemplo, podemos ver en el Barakaldo Antzokia «Mercado libre», de Luis Araujo, una despiadada, seca e inteligente metáfora de la mierda de sociedad que hemos creado; quince escuetas escenas sin acotación alguna, un mano a mano entre dos únicos personajes en absoluta desigualdad de condiciones: un prestigioso abogado y una inmigrante indocumentada, la que (se) vende y el que compra; el cliente -aquí, más que nunca- siempre tiene razón. La ley de la oferta y la demanda que determina que el mercado sea libre, pero que sólo él lo sea. Y antes o después de verla podemos leerla, ya que Artezblai la publicó hace más de un año.

Otra cosa es la rica y fructífera relación entre literatura no dramática y teatro; en muchas ocasiones novelas, relatos e incluso poemas se convierten en un estimulante reto para los directores más audaces y ávidos por buscar nuevas formas escénicas. La prestigiosa directora inglesa Deborah Warner, por ejemplo, ha convertido uno de los más hermosos poemas del siglo XX, y de los más complejos y oscuros, «La tierra baldía», de T.S.Elliot, en un sencillo y sobrecogedor espectáculo. Pero ya hablaremos de él, porque no se estrena en Madrid hasta primeros de junio.

También ha apostado por los autores contemporáneos, lo que es muy de agradecer, la compañía K Producciones, que ayer, hoy y mañana estrenan en el Arriaga su nuevo espectáculo «19,30», de Patxi Amezkua. Aún mantienen con vida su anterior montaje «La charca inútil», de David Desola, y está todavía fresco su «Cantando bajo las balas», de Antonio Álamo. Este «19:30» es un chispeante thriller sobre la corrupción política y humana. Está muy bien eso de que los actores se conviertan en políticos por una vez, ya que normalmente son éstos, los políticos, los que usurpan el terreno de los actores -cuando no el de los payasos- en una permanente invasión de competencias. Aunque bien es cierto que, como ha señalado uno de los actores del montaje, todos podemos vernos reflejados en él: es algo demasiado usual que con el tiempo acabemos convirtiéndonos en personas que nunca hubiéramos deseado ser.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo